Javier Fumero

Los cuatreros, cosa fina

Tres personas juegan con copos de nieve sobre la calzada de la M30
Tres personas juegan con copos de nieve sobre la calzada de la M30 del Paseo de Extremadura a la altura de Batán en Madrid (España) el sábado 9 de enero.

Los han llamado así de forma coloquial: los cuatreros. Pero no son maleantes sino todo lo contrario. En medio de estas circunstancias extraordinarias que se han vivido en Madrid, con un temporal de frío y nieve como nadie había visto nunca, este grupo de voluntarios ha surgido como una bocanada de aire fresco en medio de tantas penurias y calamidades.

Daré algunos datos para los que no los conozcan. El equipo lo componen unos 150 propietarios de vehículos todoterreno 4X4 (de ahí el nombre de “cuatreros”), es decir, automóviles dotados de tracción a las cuatro ruedas y listos para abrirse paso en vías con nieve, hielo, etc. Organizaron una red solidaria a través de Telegram, la plataforma prima-hermana de WhatsApp, para acudir a transportar personas necesitadas en las horas posteriores a la tempestad.

Realizaron, por ejemplo, trayectos de cinco kilómetros desde una boca de Metro hasta la puerta de un hospital situado en las afueras de la capital, trasladando a médicos y enfermeros que empezaban o terminaban su turno, pacientes con necesidades imperiosas (como los que deben recibir diálisis), rescatando a conductores atrapados en sus vehículos, actuando como ambulancias improvisadas para fracturas y traumatismos…

Los voluntarios son de diverso perfil. Participa desde el director de una empresa de analítica avanzada, hasta el más alto ejecutivo de Telepizza España, pasando por administrativos y taxistas desocupados.

Algunos de ellos se habían apuntado a una asociación llamada SOS 4X4 que se creó hace tiempo para ofrecer ayuda durante el año a quien se quede atrapado en un barrizal o circunstancias parecidas. Pero el pasado fin de semana empezaron a recibir peticiones de ayuda a destajo en Madrid y sus inmediaciones tras la mítica nevada. El coordinador de esta asociación está en Valencia y desde allí se encargó de organizar a los voluntarios.

Es un claro ejemplo del capital oculto que esconde la sociedad civil. Del valor de la solidaridad, de poner el propio talento al servicio de los demás. Una muestra también de que esta humanidad, que parece tan abollada algunos días en muchos sentidos, tiene un sistema operativo que no está completamente dañado. Hay esperanza.

No ha sido algo episódico. Durante lo pero de la pandemia vimos algo parecido. Enfermeros y enfermeras que doblaron turnos de forma altruista, ciudadanos que se ofrecieron para realizar la compra a los más ancianos del barrio que no debían salir a la calle, festejos de cumpleaños desde la distancia a solitarios inquilinos por parte de vecinos, taxistas que ofrecieron transporte gratuito a sanitarios y enfermos…

Sobre estos polvos se puede construir un lodo más que aceptable. Es cuestión de valorar este fino tesoro tanto o más que los defectos y limitaciones propias y de nuestros conciudadanos, mil veces proclamadas.

La nota chusca de esta iniciativa es lo que ha sucedido este martes, a última hora. Los voluntarios anunciaron que se retiraban y abandonaban las rutas tras sufrir agresiones, rotura de lunas y desperfectos varios en los todoterrenos. Hay fotos. Los autores de los ataques: conductores de taxis y VTC protestando ante lo que consideran competencia desleal. Lo dicho: limitaciones gruesas.

 

Más en twitter: @javierfumero

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