Javier Fumero

Una directora de comunicación que patina

Creo que no me equivoco si digo que los confidenciales digitales hemos roto la placidez de algunos gabinetes de comunicación. Por varios motivos.

Por un lado, porque nos salimos del patrón, de la ‘agenda setting’ habitual, del carril. En ese sentido, generamos continuos sobresaltos. Pero somos también un poco incómodos porque internet abarata los costes y eso significa menos dependencia de un anunciante y por lo tanto, menos capacidad de presión o coacción. Somos menos vulnerables.

Eso nos convierte en medios perturbadores. Sobre todo, para aquellos que pretenden fundamentalmente controlar y dirigir todo lo que se publica sobre ellos.

ECD lleva un tiempo ya en esto del periodismo confidencial. Las hemos visto de casi todos los colores. También en lo que se refiere a la información institucional. Estamos vacunados contra carros y carretas: medias verdades, botes de humo para confundir, palos en las ruedas, tácticas dilatorias...

Todo esto lo puedo entender, aunque no comparto ese modo de actuar: pienso que es más rentable para un gabinete de prensa apostar por una relación basada en la sensatez, la honestidad, la franqueza y la verdad, antes que utilizar ardides, amenazas y la bronca como estrategia.

Pero puedo estar equivocado. Por dos motivos. Primero. En el fondo, un jefe de comunicación es un asalariado y se debe a quien le paga. Por lo tanto, a veces puede que alguien no tenga tanto poder de maniobra como desearía. Y segundo. A veces, enfrente, entre los periodistas, hay personas muy poco razonables y no debe ser fácil entenderse con ellos.

Sobre los gabinetes de prensa tengo otra cosa que decir. Hay profesionales muy buenos y otros menos buenos. Entre los segundos incluyo a aquellos que consideran hostil cualquier noticia negativa que se publique sobre su compañía o institución... aunque sea verdad. Mi experiencia es que con estas personas es muy difícil entenderse.

Digo todo lo anterior a cuenta de la actitud que viene demostrando una persona del sector, que dirige un gabinete de comunicación. Lo que publicamos sobre su empresa siempre lo interpreta como un ataque, una estrategia para desestabilizarles, una amenaza...

Han pasado incluso cosas surrealistas. Un día llamamos a esta persona con una información. Nos contesta, nos matiza, nos explica el trasfondo... y pasados unos días, lo publicamos. Reacción: nos llamó hecha una furia... ¡y negándolo todo! Se había olvidado de que esos datos nos los había facilitado ella misma. Ni que decir tiene que todo lo que contamos se ha cumplido a la letra.

 

Últimamente, esta persona desliza comentarios en twitter intentando dañar la credibilidad de los medios que se salen de la nota de prensa y la versión oficial. Hasta se atreve a insinuar que esos medios “compran información falsa”. Una acusación demasiado gruesa aunque esconda la mano al no concretar. Creo que patina y se equivoca.

Es mi modesta opinión.

Más en twitter: @javierfumero

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