Javier Fumero

Edmundo Bal no se aclara con los tránsfugas

Edmundo Bal, portavoz de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados.
Edmundo Bal, portavoz adjunto de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados.

Vaya por delante que Edmundo Bal me parece un buen tipo, un político preparado y cabal, que hoy no es decir poco. Dirigió durante 16 años la acción jurídica del Gobierno en causas como la de los Pujol, el procés y la Gürtel, y fue relevado por el Gobierno de Pedro Sánchez en noviembre de 2018 como jefe del departamento penal de la Abogacía del Estado por "pérdida de confianza" por sus discrepancias en la causa del 1-O. Fue coherente, no sumiso y eso le costó el puesto. Máximo respeto.

Pero hay un argumento que repite estos días que me parece impropio de él. Me refiero a su ataque furibundo contra el supuesto transfuguismo que alienta el PP atrayendo a cuadros de Ciudadanos. Edmundo Bal tiene lucidez suficiente para darse cuenta de la incongruencia de su planteamiento que voy a explicar refiriéndome a dos casos recientes.

Uno. Califica al PP de indecente por esta campaña para atraer a diputados de Ciudadanos al Partido Popular. Vale. Y según su modo de ver las cosas, ¿cómo se llama lo que hizo Ciudadanos con Ángel Garrido en 2019? ¿Qué calificativo reserva para aquel fichaje sorpresa de un político rival realizado por su partido con nocturnidad y alevosía?

Ángel Garrido ejerció como presidente de la Comunidad de Madrid con el PP tras la abrupta salida de Cristina Cifuentes del gobierno regional y, en abril de 2019, su candidatura estaba cerrada por el Partido Popular como número 4 para las elecciones europeas del 26 de mayo. Sin embargo, cuatro semanas antes de la cita con las urnas, sin previo aviso y quejoso porque el PP había apostado por Díaz Ayuso para la Comunidad, anunció que cambiaba de filas para integrarse como número 13 en el proyecto de Ignacio Aguado, candidato a la Asamblea de Madrid.

Por aquel entonces no se escuchó a Edmundo Bal rasgarse las vestiduras, encabezar una protesta interna, repudiar públicamente aquel movimiento. Y llevaba ya un mes en la formación naranja. Por cierto, que de aquellos polvos estos lodos: Ángel Garrido acaba de anunciar que abandona la política. Muchos se la tienen guardada y una vez caído en desgracia su mentor, Ignacio Aguado, sabe que no tiene ningún futuro en la región. Roma no paga a traidores.

Dos. Pero hay otro argumento que destaca la incoherencia de Edmundo Bal. En Castilla y León se comienza a debatir este lunes una moción de censura presentada por el PSOE contra el Gobierno del PP y Ciudadanos. El naranja Francisco Igea ha asegurado que no dejará caer al popular Fernández Mañueco. Sin embargo, la procuradora regional María Montero ha dimitido como miembro de Ciudadanos, se pasa al grupo mixto y parece dispuesta a apoyar al socialista Luis Tudanca.

Los restantes miembros del grupo parlamentario de Cs parecen haber cerrado filas este fin de semana entorno a su líder Egea. De confirmarse, la moción de censura no prosperará. Pero todavía no he escuchado a Edmundo Bal clamar contra este movimiento protagonizado por uno de los suyos. Si permanece callado alienta la idea de que lo que le molesta no es el transfuguismo en sí, sino que sea su partido el que sale perjudicado. Y eso, señor Bal, no le deja en muy buen lugar.

Más en twitter: @javierfumero

 
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