Javier Fumero

El efecto Sansón en Pablo Iglesias

El exvipcepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, durante su intervención en un curso de verano de la Universidad Complutense de Madrid.
El exvipcepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, durante su intervención en un curso de verano de la Universidad Complutense de Madrid.

Desde que se cortó la coleta Pablo Iglesias no es el mismo. No digo que el pelo haya tenido la culpa, como le sucedió al superhéroe hebreo del Antiguo Testamento que tenía una fuerza sobrehumana gracias a su lustrosa melena: perdidos los cabellos a manos de los filisteos, Sansón quedó desvalido.

No. Lo que ha perdido Iglesias es el acceso al Boletín Oficial del Estado. Y eso, según relatan quienes han pisado moqueta gubernamental, es mortal de necesidad para el afectado. Los teléfonos dejan de sonar, nadie te devuelve las llamadas y quienes parecían amigos de toda la vida hacen mutis por el foro.

El entorno de Pablo ha percibido, efectivamente, que se ha vuelto un simple mortal: ya no tiene el superpoder de legislar. Es uno de los nuestros, del montón. Un cualquiera.

Es verdad que Iglesias ha intentado arrancar el curso con fuegos artificiales. Tras meses de silencio sepulcral y fuera del foco mediático, ha irrumpido a lo grande: asistirá a una tertulia en la Cadena SER junto a otros dos ex, como Carmen Calvo y García-Margallo; escribirá artículos cañeros en Contexto y también publicará en Gara y Ara.

El problema de este plan es que ya sabemos cómo piensa Iglesias. Es decir, aparte de tres o cuatro recursos retóricos de los que pueda echar mano para obtener un poco de cuota de pantalla nacional, su discurso es previsible. Sus negros y sus blancos están perfectamente delineados y el ex vicepresidente no es muy amigo de los grises.

Lo que quiero decir es que va a escribir y a charlar para los simpatizantes, para los suyos. Esos le seguirán con entusiasmo. Pero es un público cautivo. Es cierto que ahí tiene tarea por delante y un papel que jugar. La crisis de liderazgo en Podemos no está resuelta en absoluto: fíjense en el atronador silencio de Yolanda Díaz desde que el propio Pablo anunciara a bombo y platillo que ella era la destinada a encabezar las listas del partido tras su marcha. Cric, cric, cric… Se escuchan los grillos pero no a la ministra de Trabajo confirmar ese relevo. Se avecina tormenta.

Será muy extraño, por tanto, que los ciudadanos comunes y corrientes no fanatizados pasen a leer o a escuchar a don Pablo. Es tan previsible su discurso que sabemos lo que va a decir. Por eso le pronostico una lánguida pero irremediable desaparición de la primera línea, con puntuales llamadas de atención a base de golpes de efecto, como esa pistola maqueada con las siglas de PP y Vox. Puritita propaganda faltona con nula base argumental.

Más en twitter: @javierfumero

 
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