Javier Fumero

Elige bando, joder

Lazos amarillos
Lazos amarillos, símbolo del apoyo a los políticos catalanes que se encuentran en prisión

Hace unos días encontré el siguiente anuncio en Twitter:

-- “Twitter presenta el botón ‘Elegir bando’. Para que puedas posicionarte a muerte sobre la polémica del día con solo darle a un botón”.

El diseño del logo que acompañaba el texto también era sugerente: una antorcha incendiaria, de corte minimalista. Aunque estaba dibujada a grandes trazos, era claramente fogosa.

Viene al pelo para esta etapa larga, densa, de crispación que estamos atravesando. ¿No les parece?

Ha subido la temperatura social y la histeria. Las posiciones se defienden a cara de perro. No hablo sólo de los tertulianos. A pie de calle cada vez se dialoga menos y se ladra más. La gente se expresa con el estómago o, directamente, con el bajo vientre. A la yugular. Sin contemplaciones.

Y en medio de toda esta tormenta, vuelve el insistente martillo pilón de las etiquetas. Tu debes entrar al mismo juego y posicionarte de forma clara y rotunda, sin fisuras. ¿Eres de los nuestros o de ellos? ¿Enemigo o amigo? ¿De izquierdas o de derechas? ¿Piensas blanco o negro? ¿Estás con ellos o con nosotros? Elige de una vez para hacerme cargo.

Una vez establecida la categoría a la que perteneces, todo lo que hagas o digas se interpreta en esa clave. Has quedado rígidamente encorsetado en un bando. Si uno intenta zafarse, habrá reconvenciones: “Pero vamos a ver, ¿tú en qué bando estás? Decídete, joder, no me marees”.

Hay un imperioso deseo de categorizar, aparentemente para aclarar las cosas: ¿Eres sanchista o ultraconservador? ¿Ecologista o animalista? ¿Nacionalista o europeísta? ¿De Soraya o Cospedal? ¿Pro-gay o filonazi? ¿Carnívoro o vegano?

Esto de la tipificación se entiende, en parte, porque simplifica lo complejo. Pero por eso mismo es reductivo y empobrecedor. Favorece a quien no tiene mucha capacidad para los matices y necesita de brocha gorda para establecer límites y moverse con tranquilidad. Pero resta más que suma.

 

El otro día el periodista Matthew Bennet me descubrió un interesante documento donde se establecen los pasos que han seguido los genocidas antes de ejecutar sus atropellos. En las primeras etapas se encuentra precisamente el uso del lenguaje y el pensamiento para la creación “del otro”. Conseguido eso, después viene la deshumanización, la creación del asco… Primero, clasificación. Después, simbolización, discriminación, deshumanización, polarización… Muy sugerente.

Resulta increíble este afán de algunas personas por reducirlo todo a bandos, grupos o clanes. En esa clave parecen entender la vida entera: “o conmigo o contra mí”. Pero ¿es que realmente no hay otras opciones?

Basta de simplificaciones. Larga vida al pensamiento transversal.

Más en twitter: @javierfumero

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