Javier Fumero

Lo que esconde Isabel Díaz Ayuso

Isabel Díaz Ayuso.
Isabel Díaz Ayuso.

La aplastante victoria de Isabel Díaz Ayuso deja una lección importante que podría sentar un precedente de amplio respiro en la política española: el triunfo de la sencillez.

En la era del marketing de las emociones, del diseño al milímetro de eslóganes y campañas basadas en golpes de efecto, de la construcción de personajes casi por ordenador, del uso de algoritmos para la toma de decisiones… surge una líder que conquista por su autenticidad. Es significativo.

Isabel Díaz Ayuso admite públicamente sus limitaciones, su fragilidad. El columnista Rafa Latorre asegura haber escuchado a Ayuso decir “Yo no soy Churchill”. Como admitiendo de forma expresa su vulnerabilidad. Tiene dificultad para enlazar frases geniales, es más bien torpe y limitada en esa faceta. Pero no lo esconde y reacciona contraponiendo su gestión a las frases brillantes.

Y parece que los ciudadanos, hartos del cartón piedra, han conectado con esa forma de ser, sintonizando quizás también con el propio ADN de uno mismo: seres con limitaciones, bienintencionados, y que esperan de sus gobernantes no tanto acciones heroicas y juegos malabares, como eficacia, honradez y sinceridad.

Un buen líder es quien acierta al rodearse de unos buenos colaboradores. Es lo que transmite Ayuso. A su lado parece tener a un equipo de profesionales competente y preparado. Maneja un grupo de expertos, un comité científico con nombres y apellidos, que se pueden equivocar pero dan la cara. Es un contraste tremendo con lo que tiene enfrente: con el Gobierno de Pedro Sánchez.

Ayuso ha demostrado también ser abierta y franca. No parece sectaria. Se lleva bastante bien con sus rivales políticos. En este sentido, siempre me asombró la paciencia que demostró durante estos dos años con Ignacio Aguado, un político que se caracterizó por sus malas artes y un escaso sentido de la lealtad.

De nuevo, no se trata de una simple fachada. La presidenta empatiza sinceramente con quienes no piensan como ella. La visita del pasado jueves al hospital para estar con Ángel Gabilondo, afectado por una arritmia, la retrata. No acudió ningún otro líder político. Ni siquiera algún compañero del Partido Socialista.

Tiene los pies en el suelo. Díaz Ayuso ha logrado un voto transversal porque ha construido su gobierno sobre los problemas reales de los ciudadanos. Se le acusa de recortes en la Sanidad pública pero ella levantó en tiempo récord un hospital público para emergencias sanitarias. Fue boicoteado miserablemente porque ellos no habían tenido la idea ni protagonizado la proeza. Tremendo.

Fue la primera en ordenar el cierre de los colegios en Madrid, antes incluso de que Sanidad cayera en la cuenta. Repartió mascarillas gratuitas en las farmacias y también en esto se adelantó al Gobierno. Negoció alternativas a las vacunas actuales, también con los rusos de la Sputnik: fue muy criticada pero Merkel canonizó esa estrategia días después de que se filtrara la información. Abrió bares y restaurantes, con limitaciones. Potenció las terrazas para evitar el consumo en lugares cerrados. Y salvó a un sector que en otras regiones ha quedado asfixiado o en coma profundo.

 

Me parece que el estilo de Díaz Ayuso es una bocanada de aire fresco en la política actual. El tiempo dirá si ella pierde o potencia este perfil de naturalidad y sensatez, y si cunde el ejemplo en otros líderes y gobernantes de nuestro país.

Más en twitter: @javierfumero

Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato