Javier Fumero

El estado atropellado de la nación

Miembros del hemiciclo aplauden al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados
Miembros del hemiciclo aplauden al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados

Feijóo ha podido confrontar, por fin, con Pedro Sánchez en un cara a cara. Ha sido en el Senado. Ha aprovechado su turno de palabra para dejar su sello: se puede hacer política sin insultar, desde la moderación y la crítica constructiva, insistiendo en su plan anticrisis. De poco ha servido pero ahí queda el gesto.

Sin embargo, lo que anhela el nuevo líder del PP es un Debate sobre el estado de la Nación en condiciones, ese instrumento parlamentario diseñado para que el Gobierno explique su ejecutoria durante el último año y la oposición pueda poner el dedo en las llagas más llamativas del Ejecutivo.

Esta importante cita política no se convoca… desde febrero de 2015 --¡siete años!- debido al encadenamiento de varias elecciones generales y las restricciones impuestas en los casi dos años de pandemia. No hay una regulación específica en el reglamento del Congreso que obligue a convocarlo, pero se estableció como práctica parlamentaria en 1983 y se ha celebrado en 25 ocasiones. Sólo se había interrumpido al coincidir con citas electorales. Nada más.

Su ausencia es una anomalía y las explicaciones que se han dado para retrasar este pleno monográfico es la complicada agenda del presidente: tuvo que asistir a la cumbre de líderes de Davos (Suiza); tuvo que dar cuenta en la última semana de mayo sobre el espionaje político con Pegasus; debe acudir esta semana al Congreso para tratar sobre las nuevas relaciones con Marruecos; y será el anfitrión de la cumbre de la OTAN, que tendrá lugar en Madrid el 29 y 30 de junio. De ahí que la fecha se haya pospuesto hasta julio, si eso.

No es aventurado intuir en lo difícil que puede resultar para Pedro Sánchez esta cita. Solo ante el peligro, el líder socialista puede acabar achicharrado por el fuego cruzado. Unidas Podemos aprovechará para marcar distancias, como hace en determinadas votaciones parlamentarias desde hace meses. También sus socios nacionalistas le han dejado en la estacada varias veces y tienen cuentas pendientes que podrían cobrarse desde la tribuna de oradores. Es un escenario envenenado.

Feijóo tiene un plan para intentar estar presente en esta cita que ofrece tanta notoriedad y focos. Pero el PP será el menor de los problemas para el presidente. De ahí el esfuerzo gubernamental por dilatar el debate lo más posible. Cuanto más tarde mejor. En el arranque del verano tampoco habrá tanta atención. Y si sucede algo antes que evite la convocatoria, miel sobre hojuelas.

De fondo, una cuestión a la que me he referido ya: la tendencia de este Gobierno a saltarse los controles parlamentarios. Con la excusa de la pandemia, del terrorismo, de la vida misma, este ejecutivo ha ido protagonizando situaciones que demuestran su escasa simpatía hacia la transparencia y la rendición de cuentas.

Los estados de alarma, censurados por el Constitucional, son un ejemplo. Pero también el abuso que se ha hecho de los decretos ley, esa fórmula excepcional para dictar normas sin consulta pública, ni deliberación.

Cuidado con estos tics autoritarios.

 

Más en twitter: @javierfumero

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