Javier Fumero

Yo se lo explico, vicepresidenta

Carmen Calvo.
La vicepresidenta Carmen Calvo.

Carmen Calvo estaba muy perpleja e indignada. ¡No entendía nada! Se subía por las paredes y explicaba el motivo de su sorpresa:

-- “Lamentable que el día que estamos decidiendo la exhumación de los restos de Franco, las derechas quieran hablar de otra cosa. Lamentable, completamente inentendible. Vergonzoso para la derecha azul y la derecha naranja”.

Se refería, claro está, a la abrumadora atención que había despertado el jueves la tesis doctoral del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El tema, efectivamente, eclipsó casi por completo la histórica decisión sobre los restos del dictador, declarada de urgente necesidad por el PSOE. De manifiesto quedó que, para el resto de los españoles, no había tanta prisa. Y eso duele.

Pero al margen de ese extraño tic que demostró la vicepresidenta en controlar lo que debe o no debe interesar a la gente, hay otro hecho relevante. Los ciudadanos se han movilizado estos días intensamente porque detrás del tema presidencial está en juego algo tan crucial como “la verdad”.

Lo que tiene a toda España pendiente de un trabajo de la Universidad Camilo José Cela es la posibilidad de que el máximo dirigente del país haya mentido al presentar como propio un texto que no es tal.

Para empezar, el precedente es inquietante. Me refiero a la intervención de Pedro Sánchez el pasado miércoles en sede parlamentaria cuando le dijo a Albert Rivera: “[Mi tesis] Está colgada en Teseo. Infórmese bien porque lo está”. Un día después, el jueves, reincidió en la afirmación con un comentario en Facebook:

-- “Para facilitar aún más el acceso a mi tesis, que ya estaba colgada en Teseo hace meses, se abrirá a su totalidad a lo largo del día de mañana”.

No es verdad. En Teseo solo estaba colgada una ficha de la tesis. Nada más. No entiendo ese empeño en la falsedad cuando, al final, Pedro Sánchez ha tenido que admitir que no estaba ni digitalizada.

¿Y si el presidente miente también sobre la originalidad de su trabajo? Eso, señora vicepresidenta del Gobierno, sería algo muy grave. Lo más grave, diría yo.

En alguna ocasión he intentado explicar lo dañino que resulta la mentira para una sociedad. Porque cualquier colectividad sana y fértil está sustentada sobre la confianza mutua. Sin ella la vida sería un infierno.

 

Confiamos en que nos paguen las deudas, en que nadie se salte el semáforo en rojo cuando nosotros pasamos, en que el autobús siga la ruta establecida, en que los alimentos cumplan los estrictos criterios de salubridad que prometen, en que la policía detenga a los malos, en que la empresa nos abone el sueldo a final de mes… Y así todo.

Como se ve, esta red tejida en torno a la confianza es lo que permite que todo el sistema de convivencia que nos hemos dado persista. Por eso, cada vez que alguien engaña no sólo muere un gatito: todo se resiente, todos padecemos. Nos volvemos más suspicaces, menos confiados. Nos ponemos a la defensiva y eso levanta barreras, nos separa de los demás. La mentira favorece el individualismo, el aislamiento. Es un acto de violencia.

Por todo esto, Carmen Calvo, los españoles llevamos varios días más pendientes de la tesis del presidente que del dichoso Franco. No es tan difícil de entender.

Más en twitter: @javierfumero

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