Javier Fumero

Germinan los todólogos

Las redes sociales están provocando una desinhibición en algunos ciudadanos realmente preocupante

No deja de sorprenderme ese efecto secundario derivado de la llegada de las redes sociales. Twitter, Facebook, Instagram y Whatsapp han logrado la desinhibición de los ciudadanos hasta un punto sorprendente. Antes uno dedicaba algo de tiempo a pensar las cosas y cuando se expresaba, lo hacía en el reducido marco de su familia y amistades cercanas. A lo sumo.

Eso ha cambiado: ahora se puede hacer el ridículo a golpe de un solo click y ante miles de personas. Se busca probablemente un momento de gloria, el subidón de autoestima que provoca el retuiteo, el me gusta, el corazón simpático y esa sensación de marcar agenda: mi chiste influye en los demás, mi ingenio es comprendido.

Picando piedra en esa dirección, uno puede acabar perdiendo cualquier pudor y sentido de la oportunidad hasta actuar casi compulsivamente. Todo lo que me pasa por la cabeza, lo lanzo a la red casi sin pensar: para tres días que vamos a vivir y dos nublados… parecen pensar estos nuevos todólogos.

Se les llama así porque saben de todo: de ingeniería, de justicia, de periodismo, de política, de finanzas, de seguridad nacional, de sanidad, de virología, de ciencias ocultas, de ética, de ecología y de religión. Nada se les escapa.

A ver, que se me entienda bien. Opinar es muy sano y conveniente. No veo mal en que haya espacio para el análisis, la reflexión, la exposición razonada. Me refiero a otra cosa, al exabrupto viral expuesto en un tono, una contundencia y una radicalidad que parece insana.

Conmigo o contra mi. Se pierden los matices. Pues y tu más. Zasca y contrazasca. Pablo Iglesias no ha sido imputado pero eso da igual. La justicia tumba el confinamiento de Madrid y unos ganan, otros pierden. Sin grises. Con muertos. Los jueces se enfrentan a los médicos. Los magistrados arremeten contra los científicos. Los sanitarios se cuelgan la toga para juzgar y los togados piden bisturí y gasas para pasar a quirófano.

El riesgo, como siempre en estos casos, es la polarización creciente y algo mucho más pedestre: nos vamos a quedar afónicos.

Más en twitter: @javierfumero

 
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