Javier Fumero

Y Junqueras brindó con cava en la intimidad

Oriol Junqueras
Oriol Junqueras

La detención el pasado jueves en Cerdeña del líder de la antigua convergencia, Carles Puigdemont, ha provocado enorme satisfacción (aunque contenida) en una parte del independentismo. Sobre todo, en el ámbito más cercano a Oriol Junqueras.

El viernes reaccionó públicamente a la detención guardando las formas, hablando de “represión incesante del Estado”, de “apoyo” al president, etc, etc. Pero que nadie se lleva a engaño: el líder de ERC lleva años tremendamente dolido con su ex compañero de fatigas convertido en el más ultra, extremista y radical, pero cobarde. Así lo considera Junqueras, que ni olvida ni perdona.

Hay que recordar la indignación que provocó en Esquerra la fuga a Bélgica del entonces líder del PDeCat . Ese mutis por el foro fue ocasión de un duro enfrentamiento soterrado entre las facciones del independentismo y precisamente Oriol Junqueras fue uno de los más críticos. No en vano él estuvo varios años pudriéndose en la cárcel mientras sus correligionarios se alojaban en un casoplón alquilado en Waterloo a costa del erario público.

Junqueras supuró por esa herida durante mucho tiempo, aunque intentó disimularlo todo lo posible. Sin embargo, su amargura se dejó traslucir en algunas ocasiones, como en aquella entrevista que concedió en enero de 2019 al diario francés Le Figaro.

-- “Yo me quedé en Cataluña –declaró- por sentido de responsabilidad hacia mis conciudadanos. Sócrates, Séneca o Cicerón tuvieron la oportunidad de huir y no lo hicieron. Esta responsabilidad cívica y ética me impresiona mucho”.

Junqueras llamó así antipatriota a Puigdemont y a todos los ex consejeros que pusieron pies en polvorosa hacia centroeuropa. Además, les colgó el sambenito de inmorales, poco íntegros y deshonestos.

El líder de Esquerra tenía sus motivos. Porque no sólo evitaron asumir las consecuencias de sus actos sino que, con la huida a Bélgica, Puigdemont & Cía perjudicaron gravemente a los políticos encarcelados en Lledoners. Por aquel entonces, la Sala Penal del Tribunal Supremo rechazó su puesta en libertad (y lo hizo hasta en tres ocasiones) al seguir apreciando “riesgo de reiteración delictiva y peligro de fuga”. Al tribunal le bastaba levantar la vista y dirigir la mirada hacia Waterloo para constatar que esos temores eran “ciertos y concretos”.

Los magistrados dieron importancia al "hecho notorio" de que fuera de España existían "estructuras de poder organizadas, puestas al servicio de aquellos procesados que han tomado la determinación de sustraerse al llamamiento de esta Sala”, declararon entonces. De ahí el amargo lamento de Junqueras. Se le entendía todo. Ahora, cuando brindaba con cava en la intimidad, también.

Más en twitter: @javierfumero

 
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