Javier Fumero

Libertad para el Pin Parental no: sólo para lo que yo te diga

Padres con su hijo.
Padres con su hijo.

Como eslogan de campaña para Madrid ha cuajado la propuesta del Partido Popular: “comunismo o libertad”. Y me parece interesante la reflexión. Siempre es útil pararnos a pensar cómo estamos en estos momentos en un capítulo tan relevante como el de la propia autonomía.

Se acaba de aprobar en el Congreso una ley para legalizar la eutanasia. Un cambio tan trascendental se ha sustentado sobre un pilar como este: libertad para que elijan el suicidio los moribundos que así lo deseen. La ley Trans se construye también sobre este axioma: legítima facultad para que cada cual decida qué sexo quiere darse.

Y todavía se escucha en las calles el eco de un clamor pidiendo libertad de expresión para un rapero condenado por la justicia llamado Pablo Hasél: da igual que clamara por la muerte violenta de algunos de sus semejantes, porque lo que más nos conviene –dicen- es priorizar su libre albedrío. Fuera dogmas, constricciones, y una cruzada contra quienes intenten imponer sus ideas a los demás.

Sin embargo, aquí tienen a Vox que sugiere implantar el llamado “Pin Parental”. Se trata de una solicitud escrita que va a dirigida a los directores de los centros educativos en la que los padres piden que les informen previamente, a través de una autorización expresa, sobre cualquier materia, charla, taller o actividad con carga ideológica o moral contraria a sus convicciones. La propuesta busca que los progenitores que libremente lo deseen puedan dar su consentimiento o negarlo para que su hijo asista a determinadas sesiones.

La ministra de Educación, Isabel Celaá, anunció el pasado mes de enero que su Ministerio recurrirá por vía judicial su implantación porque Murcia está dispuesta a aprobarlo. Celaá ha advertido que este veto es contrario al artículo 1 de la actual ley de educación (Lomce) sobre “la formación integral del alumno”, a las propias normas autonómicas y a la ley contra la violencia de género.

Es una situación paradójica: este Gobierno es tan amante de la libertad individual que se va a empeñar en que nadie imponga a los demás su propio concepto de ética, de moral, de vida. Ni los padres, ni el PP, ni Vox, ni los curas. Por eso, hay que dejar al Estado educar a los niños, a los homosexuales unirse en matrimonio, a los ciudadanos optar por el suicidio asistido, a los transexuales cambiar de sexo, a los agnósticos salir a la calle sin “padecer” procesiones religiosas de otro tiempo… Todo en aras de la libertad… De la suya, claro.

El razonamiento, como salta a la vista de cualquier persona honrada, es muy tramposo. Porque alguien podría añadir: de acuerdo, autonomía para todos; por tanto, que nadie imponga el pago de impuestos, las restricciones sanitarias por España en Semana Santa, el uso del cinturón de seguridad, el casco en moto o la necesidad de dividir mi basura en colores cada jornada.

¿Debe tolerarse la esclavitud si hay personas que apelan a su libertad para tener esclavos e incluso ciudadanos dispuestos a serlo? ¿Por qué no se tolera la producción y el tráfico de drogas y se atropella en cambio la libertad de los españoles que decidan cultivar lo que quieran y luego venderlo, acogiéndose a las reglas del libre mercado?

No. Porque hay verdades y valores que se consideran innegociables. También para este Gobierno de coalición. Pero ellos pretenden arrogarse el derecho a decidir lo que está bien (y lo que se puede permitir y alentar, calificándolo de progreso y modernidad) y lo que no está bien ( lo que se debe perseguirse hasta reducirlo a la mínima expresión, bajo el estigma de la intransigencia, la intolerancia, el ultraderechismo y la irresponsabilidad).

 

¿Se dan cuenta? Quienes más proclaman la libertad acaban siendo los más tiranos. Pues va a ser que no. Quítennos las manos de encima y déjennos decidir qué mundo queremos para nosotros y para nuestros hijos. Faltaría más.

Más en twitter: @javierfumero

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