Javier Fumero

Una nanomentira en el Metaverso de Tamara

Tamara Falcó en un evento de Kronos Home
Tamara Falcó en un evento de Kronos Home

Me cae bien Tamara Falcó. Me parece una chica con personalidad, principios, valentía y luces. Su reacción al vídeo de Iñigo Onieva refleja madurez y sentido común, cosa que no abunda hoy en día.

En un grupo de amigos se generó un debate hace unos días sobre su decisión: romper o no el compromiso con su prometido tras trascender esas imágenes de besitos cómplices con una modelo durante un concierto. ¿Tú qué hubieras hecho?

A mí me parece bastante razonable su salida. La relación de pareja, la amistad, la vida en sociedad en general… se basa en la confianza. Nadie que comparte su intimidad quiere ser traicionado. Cuando abres la puerta del propio santuario a un ajeno es porque confías en su delicadeza, discreción, tacto.

Pero sucede algo parecido, insisto, cuando salimos a la calle y nos relacionamos con los demás. La confianza es capital. Ya he puesto estos ejemplos alguna otra vez: acudimos a trabajar porque esperamos que nos paguen un salario, confiamos en ello; esperamos que cuando un semáforo se pone rojo para el otro y verde para mí, los demás vehículos cumplan su parte y se detengan; confiamos en que el autobús en el que nos subimos siga la ruta establecida; que los alimentos cumplan los criterios de salubridad que prometen en sus etiquetas; que la policía detenga a los malos y no a los buenos; que el banco nos devuelva el dinero que le dejamos en depósito cuando nos viene bien gastarlo… Todo nuestro mundo está sustentado en la confianza.

Si el tendero de la esquina, el policía local, el médico de la Seguridad Social, el mecánico que arregla el coche… decidieran engañar y faltar a la palabra dada sería el caos, la llamada de la selva, el sálvese quien pueda. Sería la ruina como sociedad, porque nos volveríamos suspicaces, nos pondríamos a la defensiva y bastante agresivos. Pocas cosas podrían funcionar. Llegaría la anarquía. Por eso se puede decir que la mentira, el engaño, la falsedad son una forma de violencia. Fomenta el individualismo y el aislamiento. Es ácido corrosivo para la vida en común: todo lo destruye por el simple contacto.

De ahí que sobre eso, sobre una mentira –por pequeña que sea-, no se puede construir ninguna relación sana. Es imposible. Aquí y en el Metaverso de Tamara.

Más en twitter: @javierfumero

 
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