Nos van a gritar por encima de nuestras posibilidades

La campaña electoral en la Comunidad de Madrid va a subir de tono en las próximas semanas

Mucho me temo que la campaña electoral en Madrid para el 4-M, que comienza oficialmente el próximo 17 de abril, va a ser especialmente cruenta. Se vislumbra un combate a sangre y fuego, una especie de pulso a cara de perro.

Hay muchísimo en juego. Para todos. Lo demuestran algunos gestos bastante insólitos. Como el propio movimiento de Pablo Iglesias, abandonando la vicepresidencia segunda del Gobierno (ahí es nada) para colocarse al frente de la lista de Podemos por Madrid. Se están jugando mucho.

Por lo tanto, ya lo verán, los partidos en liza no van a escatimar recursos ni decibelios. Prepárense porque se va a desencadenar una ofensiva por tierra, mar y aire, para defender posiciones, confundir al enemigo, alterar las dinámicas y lograr nuevos votantes.

La izquierda ha identificado ya un problema muy grave: la desmovilización. Los datos fríos del último barómetro del CIS revelan, sin la impúdica cocina de Tezanos, datos muy interesantes en esta dirección. El 75,2% del electorado madrileño afirma que con toda seguridad irá a las urnas. Sorprendente habiendo una pandemia por medio. Pero los antiguos votantes de PP y Vox presentan mayores niveles de movilización: 90,3% y 89,2%, respectivamente. El electorado de Unidas Podemos y Más Madrid están más desmovilizados: su electorado de hace dos años afirma que votará con total seguridad en un 80,8% y un 79,9%, respectivamente. Son diez puntos de diferencia con el PP. Pero lo del PSOE es más grave todavía: la movilización de los potenciales votantes de Gabilondo es de un 76,5%, a quince puntos de Ayuso.

De ahí que Tezanos haya presentado este lunes ese barómetro, que se paga con el dinero de todos los españoles, insinuando un falso empate técnico entre izquierda y derecha que no se puede extraer de los datos recabados. El objetivo es el apuntado: lanzar el mensaje de ese presunto empate para fijar la idea de que cada voto cuenta y movilizar a quién está más reacio a acudir a las urnas: la izquierda. Vendrán más bocinazos por este frente.

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Pero el Partido Popular tiene también su particular desafío: evitar morir de éxito. El PP es la formación política que presenta una mayor tasa de fidelidad entre sus votantes. El 90,5% de quienes optaron por los populares en mayo de 2019 mantendría su voto. A su vez, es el principal beneficiario de la debacle de Ciudadanos: uno de cada dos votantes del partido naranja elegiría ahora la papeleta del PP. A esto se suma la ya mencionada competitividad que muestra la presidenta madrileña en el caladero de Vox: es capaz de captar el 44,3% de quienes hace dos años optaron por la formación que lidera Santiago Abascal.

Esto puede provocar un desplome de Vox que no beneficia nada a Isabel Díaz Ayuso. De ahí que debamos esperar fuego graneado del partido verde en las próximas semanas para ganar terreno en sus principales caballos de batalla: inmigración, seguridad, educación, patria, monarquía y honor. La campaña se va a calentar para intentar sacar del sopor a los simpatizantes menos enfervorizados.

Ya lo verán: nos van a gritar por encima de nuestras posibilidades.

Más en twitter: @javierfumero