Javier Fumero

Se nota la mano de Iván Redondo tras la crisis del coronavirus

El director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón
El director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón

En el año 2014 estalló en España una crisis sanitaria de grandes proporciones: una auxiliar de enfermería del Hospital Carlos III de Madrid se contagió del virus del ébola, una epidemia que alcanzó aquel año una tasa de letalidad cercana al 50%. Brutal.

La gestión de aquella crisis correspondió al Gobierno Rajoy y más concretamente, a la ministra de Sanidad de entonces, Ana Mato. Fue un completo desastre. Al menos, inicialmente. Se trataba de un caso aislado: no había riesgo de pandemia. Los expertos intentaban tranquilizar a la población pero hubo fallos de manual.

La ministra Mato se confirmó como una pésima portavoz: no dominaba la materia, se limitó a pedir calma y se mostró fría y distante. Los españoles empezaron a creer que había riesgo de contagio y cundió la idea de que se estaban produciendo comportamientos negligentes. Estaban convencidos de ello, sin apenas datos, de forma un tanto atolondrada... pero el convencimiento iba calando. La respuesta ante esta circunstancia no debía ser, como deslizaron por entonces Rajoy y Mato: “dejen trabajar a los expertos”.

Por contraste, me llama la atención lo que ha sucedido estos días. Iván Redondo, máximo muñidor monclovita principalmente en cuestiones de comunicación, se ha puesto a los mandos y, como confirman los expertos, ha dado una lección de cómo afrontar este tipo de desafíos. Por ejemplo:

-- Ha puesto al frente un portavoz experto y con explicaderas: el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón.

-- Informar mucho, de forma frecuente y no dejar espacio a las especulaciones. Simón no se esconde: va casi a una comparecencia por día. Responde a todo lo que se le pregunta. Baja al detalle y explica sin límites. Inunda de datos a los ciudadanos.

-- Tener en cuenta la percepción de los ciudadanos. Sanidad está dando respuesta a los temores y expectativas de la gente. Habla de mascarillas y de contagio, de riesgos y consecuencias.

-- Hay que ser muy claro y transparente. Lo peor en una crisis de este tipo es que los ciudadanos comiencen a desconfiar. La honradez es fundamental para una buena comunicación. Por eso hay que explicar las cosas como son. Si hay incertidumbre y todavía no se tienen todos los datos, hay que admitirlo. Eso permitirá precisar y corregir el mensaje en cuanto haya nuevas actualizaciones y evitar declaraciones que después deban ser desmentidas.

Todo esto lo está cuidando el Gobierno. Un último apunte: aquella crisis del ébola terminó siendo un ejemplo de buena gestión informativa cuando Rajoy colocó al frente de la misma a Soraya Sáenz de Santamaría. ¿Se acuerdan? Soraya. Qué tiempos.

 

Más en twitter: @javierfumero

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