Pablo Casado elige a papá

El pasado lunes expliqué en esta tribuna el serio dilema al que se enfrentaba Pablo Casado. El líder del PP afronta una grave crisis en Madrid y debía elegir entre apoyar a “papá Teo” o ceder ante “mamá Ayuso”. Desgraciadamente para él, supongo, no es posible elegir a los dos. Son polos que se repelen.

Pues ya hay fumata blanca. A lo largo de esta semana la cosa se ha puesto tan tensa que se han caído las mascarillas que tapaban los rostros de los protagonistas y han quedado a la luz las posiciones de cada uno, quién está con quién.

Pablo Casado ha decidido embridar a la presidenta de la Comunidad de Madrid, ponerle grilletes y evitar darle la presidencia del PP de Madrid que le permitiría –sobre todo- diseñar listas electorales. Le ha dado igual el apoyo récord de ciudadanos que Ayuso cosechó el pasado mes de mayo en Madrid y el dato cierto de que la resurrección en las encuestas del PP que él lidera lleva el nombre y apellidos de la lideresa.

También le ha dado igual el desgaste que el PP empieza a sufrir en los trackings que reciben regularmente los líderes del partido en sus despachos. Así sucede concretamente en Andalucía, una comunidad autónoma que, casi con toda probabilidad, citará a sus votantes a las urnas la próxima primavera. El cabreo de Juanma Moreno es de aúpa porque, por primera vez, ha dejado de crecer y baja en intención de voto.

¿Qué sucede? Que a los ciudadanos les sacan de quicio los conchabeos, las guerritas internas, los codazos de salón. Esas batallas generan un rechazo espectacular porque demuestra que los políticos no viven para el interés general sino para el particular. Como preguntaba este jueves con acierto un articulista de El Mundo: “¿a qué madrileño le importa quién preside el PP de la región?”.

Voy a seguir con atención el desenlace de esta grave crisis porque nos va a dar información relevante sobre muchas cosas. También sobre la talla, capacidades y dotes del propio Pablo Casado.

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