Pablo Casado se ha hecho mayor
Los que llevaban tiempo pidiéndole al líder del PP que saliera de la indefinición han sido contentados. Este lunes, Pablo Casado anunció una importante reestructuración del partido que incluye, como medida más relevante, la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz en el Congreso.
Ella fue una apuesta personal. Desde el principio. Casado entendió hace dos años que el PP debía recuperar fuste ideológico, espacio a la derecha ocupado por Vox, y desplegar una oposición contundente, firme, decidida, bronca y copera.
Han tenido que pasar varias citas electorales, nacionales, locales y autonómicas, para que el presidente del PP haya decidido desandar el camino emprendido tiempo atrás con un claro giro hacia el centro y la moderación.
Será más o menos acertado –algunos comentaristas dicen una cosa y otros, su contrario- pero nadie podrá negar que supone una salida de esa indefinición en la que parecía instalado: leña al mono los lunes y los miércoles, discurso moderado los martes y los jueves.
Pocos se aclaraban con la deriva que llevaba este PP, pocos sabían explicar a qué jugaba exactamente. Alimentar dos almas es no tener ninguna, se le reprochaba. Cayetana gustaba a los más beligerantes de la formación, tanto como sacaba de quicio a los más centrados.
Lo cierto es que se avecinan tiempos difíciles, complejos, que demandarán políticos capaces de tender puentes, sellar consensos, cerrar acuerdos. En este cometido parecen encajar mejor los nuevos protagonistas ascendidos ahora por Casado a mayores responsabilidades: Ana Pastor, Cuca Gamarra y José Luis Martínez-Almeida.
Es difícil pronosticar si este movimiento supone un acierto o un error. Pero nadie podrá acusar de nuevo al líder ‘popular’ de falta de determinación o tibieza.
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