Javier Fumero

Pablo Casado ya no tiene pinganillo

Pablo Casado.
Pablo Casado.

Pocos lo recordarán pero en el verano del año 2005 entrenaba al Real Madrid un señor llamado Vanderlei Luxemburgo. No tuvo mucho recorrido en el equipo pero dejó para la historia una asombrosa iniciativa.

Era finales de agosto y disputaban el Trofeo Santiago Bernabéu el equipo merengue y una selección de jugadores de la Liga estadounidense donde el jugador más conocido era un francés de 37 años llamado Yuri Djorkaeff. El encuentro fue una pachanga nada memorable (5-0 para los locales) pero llamó la atención general observar cómo el técnico del equipo español daba continuas instrucciones durante el partido a través de un walkie-talkie.

El receptor de los mensajes era, ni más ni menos, que Raúl González Blanco. El mítico delantero del Real Madrid jugó aquel encuentro con un pinganillo en la oreja, escuchando las órdenes del entrenador… y –vistos los numerosos aspavientos de Luxemburgo- arriesgándose a posibles lesiones en el pabellón auditivo.

El experimento tecnológico no tuvo mayor recorrido. Nunca más se volvió a emplear este recurso ni se ha constatado que ningún equipo de fútbol se haya servido más de este medio para trasladar instrucciones a sus jugadores de campo.

He recordado la anécdota tras comprobar lo que acaba de pasar en el Partido Popular. La abrupta salida de María Dolores de Cospedal ha dejado sólo a Pablo Casado al frente del partido. Ya era presidente desde el pasado mes de julio. Pero todavía cuidaba las formas. En su oreja zumbaba por el pinganillo el susurro de la ex secretaria general, a la que tanto debía por el apoyo prestado en aquel decisivo Congreso en el que derrotó a Soraya Sáenz de Santamaría.

Todo eso es pasado. Ya no tiene atavismos, nada que le impida volar solo o decidir con total autonomía. Es cierto que Cospedal ha dejado algunos peones colocados en diferentes puestos del partido pero sin ella en algún cargo orgánico esos pájaros también empezarán, más pronto que tarde, a deambular en solitario. Más que nada porque deberán asegurarse ahora el propio porvenir.

Pienso, por ejemplo, en Vicente Tirado, nombrado en julio Vicesecretario de Política Autonómica y Local. Es ‘de facto’ el número cuatro del partido y con responsabilidad sobre las listas electorales en municipales y autonómicas. Era la mano derecha de Cospedal en Castilla-La Mancha pero ahora, sin ella dando instrucciones por el walkie-talkie, deberá demostrar a Casado que puede contar con él ciegamente.

Hay otros próximos a Cospedal que van a seguir ahí, como Dolors Montserrat (portavoz del PP en el Congreso), Isabel García Tejerina (vicesecretaria), Rafael Catalá (secretario de Justicia) o Juan Ignacio Zoido, también en la estructura de partido. Pero han quedado huérfanos. Van a empeñarse en demostrar a su líder que puede contar con ellos. Sin fisuras.

Más en twitter: @javierfumero

 
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