Javier Fumero

Qué ha pasado con la pela en Cataluña

El viernes publicamos la lista de gastos del exiliado Puigdemont en Bruselas que ha sacado de quicio a sus compañeros del PDeCat. El elenco es de traca: de tiros largos en la ópera, comidas en restaurantes de lujo, abogados a 1.000 euros la hora… La cosa tiene su miga.

¿No habíamos quedado en que en Cataluña la pela era la pela? ¿Los catalanes no se caracterizaban por su rigor financiero y presupuestario? ¿No tenían como un sexto sentido para ajustar gastos y ampliar ingresos? ¿Qué ha pasado aquí? ¿El 3% ha liquidado esa pátina de austeridad y sobriedad que lo acompañaba todo?

No lo sé. Quizás las nuevas generaciones, los jóvenes catalanes, han perdido efectivamente la probidad de sus padres. Y ahora, si hay ponerse derrochador, pues uno se pone.

Lo cierto es que Cristóbal Montoro prepara la publicación de todo lo que ha ahorrado el Estado en el mes que lleva gobernando Cataluña desde la aplicación del 155. En sólo cuatro semanas, aseguraba el ministro en privado la semana pasada, hay datos muy llamativos. Al parecer las cifras son bastante ilustrativas del despilfarro que ha reinado en la región.

Pensándolo bien, se entiende un poco. Hay mucha gente allí viviendo del cuento independentista desde hace años. Por no irme muy lejos, me referiré a algo que me toca muy de cerca: la profesión periodística.

La cadena pública TV3 es una televisión manirrota, deficitaria por los cuatro costados, quebrada en términos empresariales, inflada de personal y fuera del mundo. No resistiría una auditoría independiente, bajo ningún punto de vista. Su audiencia no se corresponde al dinero que se reparten los directivos, los trabajadores y las productoras amigas. Todo esto para mayor gloria de la propaganda soberanista.

Pero hay más. En Cataluña hay medios de comunicación que son empresas privadas absolutamente inviables… si no fuera por la inyección de dinero público que les llega cada mes desde la Generalitat. Es tremendo. Mientras el resto del mundo tiene que vérselas con la vida real (búsqueda de audiencia, monetización de los usuarios a través de la publicidad, comercialización de la marca, ajuste de gastos, presupuestos medidos al milímetro…) otros disparan con la pólvora del rey Puigdemont. Competencia desleal en toda regla para la causa independentista.

Lo más grave de todo esto es que el dinero con el que se paga toda esta fiesta es de los propios catalanes (también de los no separatistas) y de todos los españoles, que cubrimos a través de los impuestos el gracioso déficit catalán. Bochornoso.

Si los antepasados catalanes levantaran la cabeza…

 

Más en twitter: @javierfumero

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