Javier Fumero

Qué patinazo de Alfonso Alonso

El pasado jueves tuvo lugar el debate televisado entre los candidatos a las elecciones vascas del próximo domingo. El momento más visto del programa fue el patinazo de Alfonso Alonso al tratar el caso del hermano de la representante de Podemos. Un error de manual.

En un momento del espacio surgió el tema: el asesinato de José Ignacio Zabala, obra de los GAL en 1983. Entonces, Pili Zabala le preguntó a Alfonso Alonso si consideraba a su hermano víctima del terrorismo. La respuesta del dirigente ‘popular’ fue esta:

-- “Con arreglo a la ley, tal y como está redactada, no, del terrorismo, no. Pero usted es víctima de un abuso, de una actuación por parte de funcionarios del Estado absolutamente execrable y condenable”.

Las palabras de Alonso dieron paso a seis larguísimos segundos de silencio en los que ambos políticos se aguantaron la mirada mutuamente.

Tremendo.

Como digo, el aspirante del PP a lehendakari cometió un fallo de primero de Comunicación Política. Un error de principiante, de alguien muy mal asesorado, que explica también por qué la política española se está alejando de los ciudadanos.

Ningún representante público puede limitarse al análisis frío, sin compromiso emotivo, de los hechos. Debe mostrar sensibilidad, comprensión, humanidad, sentimientos. En caso contrario, será percibido como alguien distante, alejado de la gente común y corriente.

Alfonso Alonso demostró muy poca compasión y empatía con sus palabras. Estaba frente a alguien que ha sufrido la pérdida de un ser querido por un asesinato. Si te pregunta sobre las consecuencias de un hecho tan brutal no parece el mejor momento para arrearle con la Constitución, un decreto ley o el Código Penal. Es el momento de sacar el pañuelo y mostrar humanidad, compunción y pésame.

Esto no es renunciar a las propias ideas ni a la verdad de las cosas. Es ponerse en el lugar del otro y dotar a los propios principios de sentido y humanidad.

 

Los políticos (y ojo: los periodistas, los jueces, los consejeros delegados…) haríamos bien en borrar de nuestro sistema operativo cualquier rastro de prepotencia o seguridad excesiva en uno mismo. Cualquier persona que se acerque a un ciudadano con afán de representarle, servirle o captarlo como cliente no debe olvidar que debe ganarse cada día su afecto y su confianza.

Una respuesta fría o excesivamente académica a un problema humano sólo sirve para cosechar la enemistad del público. La insensibilidad e indiferencia, aunque sea sólo aparente, se lleva muy mal.

Un último detalle bastante relevante. Todo esto no se refiere a una estrategia, a un método eficaz para comunicar mejor. El tono es parte muy importante del mensaje. Uno ofrece muchas pistas sobre sí mismo, sobre su visión de la vida y de las cosas, con su modo de comportarse.

Más en twitter: @javierfumero

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