Javier Fumero

El pato cojo es Pablo Casado

Pablo Casado saluda a los asistentes a un acto de la campaña electoral en Castilla y León
Pablo Casado saluda a los asistentes a un acto de la campaña electoral en Castilla y León

Como muchos ya conocen, “pato cojo” es una expresión que proviene​ del inglés (“lame duck”) y que sirve para aludir a una persona –normalmente, un político- que detenta todavía un cargo electivo pero que, al acercarse tanto a la fecha en que debe dejar el puesto, ha perdido poder, influencia, capacidad de mando. Es un cero a la izquierda.

En el panorama político español hay una persona que encaja a la perfección con este concepto: Pablo Casado. Pero, en este caso, por voluntad propia. Casado está completamente amortizado, ya no manda en el PP que Alberto Núñez Feijóo lidera desde hace días en la sombra. Pero todavía sigue ahí, formalmente al frente del partido. No entiendo esa incómoda posición que ha decidido ocupar.

Se tiene que esconder para entrar y salir de la sede del partido en la calle Génova (lo hizo el otro día cuando votaron los militantes), rehúye a los periodistas, está excluido de todos los núcleos de poder importantes… ¿Por qué no se marchó en su día y dejó paso al siguiente? ¿Por qué mantener esta agonía?

Dicen desde su entorno que su objetivo es despedirse en las debidas condiciones: llegó a la presidencia del PP en un congreso y lo quiere dejar ahí, se lo merece y el partido se lo debe; además, en esa cita va a pronunciar un discurso reivindicando el papel que ha jugado él y su equipo tras la marcha de Mariano Rajoy, intentará hacer justicia sin reabrir heridas.

Vale. Sin embargo, estas semanas se han hecho larguísimas. La voz del principal partido de la oposición la lleva Núñez Feijóo y ha estado especialmente activo. Esteban González Pons y Cuca Gamarra ejercen de portavoces del PP. Isabel Díaz Ayuso también mantiene notoriedad y espacio público, no deja de lanzar mensajes. Hay una guerra en Ucrania, huelgas y paros por toda España, precios desbocados de la energía, grave división entre los socios de Gobierno, un reposicionamiento insólito de España sobre el Sáhara, novedades sobre el Rey emérito… y Pablo Casado, en silencio. Está, pero no está. Sigue expuesto a los focos, pero no habla y los ciudadanos no podemos pasar página porque todavía no se ha ido. No sé si le habrá compensado esta travesía por el desierto.

Más en twitter: @javierfumero

 
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