Pedro Sánchez cambia las aceras por dar cera
Todos ustedes lo escucharon: son testigos. Porque el PSOE lo anunció este verano a bombo y platillo: el presidente debía dejar de esconderse, de hablar de grandes líneas estratégicas y pisar las aceras, estar cerca de la gente, comportarse como un ciudadano más.
Se trataba de resintonizar con los electores. Dejar de parecer un rey ensimismado, encerrado en su torre de marfil, inaccesible, ajeno a los problemas de la gente. Debía dejar en el armario el traje institucional y ponerse el mono de candidato.
Para eso llegaron Oscar López y Antonio Hernando a La Moncloa. Y para eso salió tarifando de la sala de máquinas el olvidado Iván Redondo. Menos mercadotecnia y más arremangarse para estar muy cerca de la llamada clase media trabajadora. Incluso se llegó a poner nombre a esta ofensiva: “El Gobierno de la gente”.
Pero han pasado dos meses y al tercer abucheo, se acabaron los paseos. La calle no ha reaccionado como esperaba el socialismo. La gente está cansada de sufrir por la subida de los alimentos, de la electricidad, de los carburantes… la clase media no entiende que, como se ha confirmado, haya retrasos graves en la adjudicación del dinero de Europa destinado a la recuperación. ¿Hay algo más importante que hacer?
Es cierto que a esta situación tampoco ha ayudado mucho que se haya descubierto que los anónimos e inocentes invitados de alguno de esos foros ciudadanos organizados por Moncloa no fueran ni anónimos, ni inocentes. Eran simpatizantes del PSOE, personajes identificados claramente como asistentes a otros actos del partido. La calle era una impostura.
En cualquier caso, llama la atención la agilidad del partido gobernante para variar estrategia. Han cambiado las aceras por dar cera: contra Feijóo y Ayuso como si no hubiera un mañana. El plan parece funcionar al menos entre sus simpatizantes, que han dejado de insinuar a los encuestadores que votarán por la derecha.
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