Javier Fumero

Pedro Sánchez empieza a oler a leche

Albert Rivera, con el perro Lucas.
Albert Rivera, con el perro Lucas.

He escuchado a algunos analistas dar razón estos días sobre la defunción política de Albert Rivera. Pero me ha interesado especialmente la reflexión de un experto en comunicación política que se expresaba más o menos así:

-- Albert Rivera ha tenido un doble problema: a) Primero, perdió toda credibilidad ante los españoles. Esto es gravísimo para cualquier personaje público (político, empresario, líder de opinión…) porque en esta cuestión se tarda años en recuperar lo perdido. “Yo acabo pactando con Vox pero no me siento con Vox porque no pacto con Vox, pero acabo de pactar con Vox”. Creer que por decir que uno no quiere hacer una cosa, la gente va a pensar que no la haces cuando de hecho sí la has hecho, es absurdo.

-- En la última campaña electoral, Rivera ya podía hacer el pino con las orejas, que nada le servía. Los trackings demoscópicos lo confirmaban cada tres días: caía, caía, caía… No llegaba nunca al suelo. Ahora se detendrá, pensábamos. Pero no. Seguía bajando.

-- Si te fijas, la actuación de Rivera en los dos debates televisados (de abril y noviembre) fue calcada: sacó conejos de la chistera, se mostró agresivo, faltón, buscó el protagonismo, atacó con furor el bipartidismo… Eso le sirvió para ganar el primer debate por goleada y captar hasta un 17% más de votos: no es opinión: eso dijeron los datos. El segundo no sirvió para nada: siguió cayendo hasta ese suelo del 6% de votos el 10-N. ¿Cuál fue la diferencia? La credibilidad. Cristalizó esa idea en la mente de los españoles y ya puedes decir lo que sea: estás muerto.

-- b) Y segundo. Para ser un partido bisagra tienes que ser útil. Y Ciudadanos demostró al 90% de sus votantes que no lo era. Cuando le dio la espalda al PSOE de Pedro Sánchez para intentar liderar el centro derecha, dejó huérfanos a esos votantes que entendían que iba a servir para evitar que la izquierda dependiera de Podemos y los independentistas.

-- Entonces Ciudadanos se convirtió en un partido improductivo. Sólo la formación política que logra ser útil tiene futuro. Basta ver al PNV: ha pactado con la derecha y con la izquierda pero siempre logra cosas para los que le votan. Por eso conserva un amplio número de apoyos, año tras año.

Hasta aquí el análisis de este consultor. Me ha llamado especialmente la atención la mención a la cuestión de la credibilidad. Atendiendo a este factor, mucho me temo que Pedro Sánchez ha iniciado su declive. Empieza a oler a leche –como el perrito de Albert Rivera-, pero a leche en el sentido de castañazo del bueno.

El presidente en funciones está demostrando que es capaz casi de cualquier cosa con tal de no soltar la poltrona. ¿Se atreverá a ser ungido gracias a los independentistas de ERC y Bildu? No duda en desmentirse a sí mismo en apenas unas semanas. Dice una cosa y hace la contraria, sin esperar siquiera a que el cadáver de la verdad se enfríe un poco, a que nos hayamos olvidado de la maldita hemeroteca.

Es el caminito que transitó Albert Rivera hasta su inmolación final.

 

Más en twitter: @javierfumero

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