A Pedro Sánchez se le está poniendo cara de Viktor Orbán

El Tribunal Constitucional acaba de declarar inconstitucional el segundo estado de alarma decretado por el Gobierno para combatir la pandemia de coronavirus. El Pleno del tribunal de garantías ha estimado el recurso de amparo de Vox y ha endosado el tercer zasca a la estrategia jurídica del Ejecutivo de Pedro Sánchez durante este periodo excepcional, tras declarar inconstitucional el primer estado de alarma y la suspensión de la actividad parlamentaria.

Por menos de esto, los voceros de la izquierda suelen reclamar que los dirigentes de países donde gobiernan los conservadores vayan poniendo su cargo a disposición, hagan las maletas y se marchen a sus casas entonando un ‘mea culpa’. Por abusadores. Es lo que sucede con Viktor Orbán, en Hungría, y los hermanos Lech y Jaroslaw Kaczynski en Polonia, por ejemplo. Ellos son atacados a diario acusados de forzar –dicen- las instituciones y las leyes en beneficio de su ideología ultra.

Aquí no pasa eso. Para nada. La reacción de la izquierda española ante situaciones parecidas ha sido, por ejemplo, –se acordarán- proponer la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ). En aquella iniciativa se llegaba a sugerir que, cuando el CGPJ estuviera en funciones, el propio Ministerio de Justicia se hiciera cargo de decisiones tan relevantes como el nombramiento de cargos discrecionales en la judicatura y la gestión de permisos, licencias, designación de sustitutos o jubilaciones. Es decir, un pasteleo de tomo y lomo, con atornillamiento del poder legislativo al judicial. Menos mal que Bruselas puso el grito en el cielo, amenazó con graves sanciones y aquella propuesta quedó en nada.

Mientras tanto, siguen sucediéndose las sentencias condenatorias y este Gobierno va quedando más y más en evidencia por sus tics autoritarios. Cuidado.

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