El perfil bajo del emérito

El Rey Juan Carlos a su llegada a Vigo.

Por fin, un poco de sensatez. Borbón y todo, me alegro de que el emérito don Juan Carlos se haya percatado de una vez de la importancia de ser discreto, de optar por un perfil bajo cada vez que venga a España. Lo contrario resultaba intolerable.

Yo estoy a favor de que pueda venir a nuestro país. Siempre que quiera. Respeto a los antimonárquicos pero, como ya he dicho alguna vez, pienso que esta figura aporta más beneficios a España que lo contrario. Dicho eso, me indignó conocer algunas actuaciones de don Juan Carlos en el pasado, muy poco ejemplares e indignas de quien ha recibido tanto del pueblo.

Su hijo, Felipe VI, esto lo ha entendido muy bien. También que el futuro de la monarquía en nuestro país pasa precisamente por la ejemplaridad, por demostrar con hechos que la familia está a la altura de la misión que se le ha encomendado. En caso contrario, les quedaría un telediario.

Por todo lo dicho, me parece mal negarle a don Juan Carlos el derecho a venir a España cuando lo considere necesario, una vez que se ha ido a vivir fuera admitiendo una parte de la culpa que le corresponde. Que venga, pero eso sí: discretamente y sin parecer que se ríe en la cara de todos aquellos que todavía están enfadados por su imprudencia y descaro.

Así que veo bien el comportamiento que ha desplegado estas horas que lleva en Sanxenxo: sin declaraciones, sin gestos ostentosos, sin montar un show, sin baños de masas. Un viaje sobrio y de perfil bajo. Es lo más conveniente, para él y para la monarquía.

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