Javier Fumero

Pobre crispación

Fachada del Congreso
Fachada del Congreso

No conozco a nadie que disfrute con los gritos ajenos. Esa sensación de atropello, de que te están empujando, no es grata en ningún caso. Alguien puede constatar que rinde mejor bajo presión, pero eso no es un ideal. Es una circunstancia que se puede trabajar para pasar de depender de la coerción externa a la interna y lograr esa cuota de libertad. Por eso esta actitud que se ha instalado a la vida política española, de constante refriega, de mandobles y zascas, no puede ser defendida desde la sensatez. Las ideas se pueden exponer con vehemencia, faltaría más, pero eso no implica necesariamente que haya que ir destrozando adversarios o dejando cadáveres políticos por el camino.

Por eso la victoria del “pobre Juanma” –así lo llamaban- de forma tan contundente y clara en Andalucía puede ser una muy buena noticia. Ni él ni Feijóo se caracterizan por cultivar la estocada baja, el insulto o la descalificación. Algunos los tachan, entonces, de tibios y blandos, cuando no directamente de meapilas. Pero las encuestas podrían estar confirmando el hartazgo de los ciudadanos a estos años de esos debates de verduleras.

Yolanda Díaz, que pasa unos días algo mohínos por el trompazo en las elecciones andaluzas, sería otro ejemplo de esta otra forma de hacer política, más propositiva que cañera. La líderesa de ‘Sumar’ –el propio nombre de su plataforma dice mucho- recibe muchas alabanzas por su capacidad de diálogo. Es firme pero no cerril. Con ella se puede llegar a acuerdos. Siempre está abierta a escuchar. Y así todo. Sería estupendo que este movimiento cuajara. Por el bien de todos. También para no acabar afónicos.

Más en twitter: @javierfumero

 
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