Javier Fumero

Política sentimental: adiós a los principios

Iván Redondo y Pedro Sánchez.
Iván Redondo y Pedro Sánchez.

Cada vez son más los expertos que aseguran que la política es un estado emocional, puro sentimiento. No es lo que uno tenía entendido. Quizás me falte un barniz de realismo pero algunos pensábamos que esto iba de la búsqueda de la mejor organización para una sociedad, aquella que facilite el bien común y donde sus gentes puedan alcanzar la felicidad.

Visto lo visto, parece que algunos vamos en dirección contraria. Iván Redondo, el jefe de gabinete de Pedro Sánchez y gran artífice de su éxito, ha vuelto a provocar comentarios por un vídeo que se hizo viral la semana pasada donde desgrana algunos de sus secretos.

Se trata de una intervención en unas jornadas organizadas por el PSOE en 2018 para la ‘Escuela de Buen Gobierno Jaime Vera’. Durante una de las sesiones Redondo dijo cosas como las siguientes:

-- Lo importantes es llegar a las emociones del votante. Y hay tres fundamentales, con las que se puede jugar en campaña electoral: el miedo, el rechazo y la esperanza o ilusión. “Yo antes me emociono, y luego pienso; primero siento y luego decido”.

-- Nos encontramos en un “cambio de época”. Si antes se decía aquello de “es la economía, estúpido” (año 1992), ahora habría que insistir en: “son las emociones, estúpido”. Al votante hay que quitarle los miedos, evitarle cualquier rechazo e ilusionarle.

Este jueves, el diario El País describía el perfil de Antonio Sola. Este señor llega a España con un bagaje impresionante: 25 años como asesor político en una treintena de países y  450 campañas electorales en su haber con un altísimo porcentaje de éxito. Es uno de los cinco consultores hispanos más cotizados y no esconde sus pretensiones: quiere ser presidente de Gobierno.

¿Cómo se podría resumir su ideario? En pocas palabras: La política está en la parte emocional del cerebro. Por eso, para vencer es necesario persuadir.

A mi modo de ver, este modo de entender la política –que se va imponiendo a nuestro alrededor, como vemos- presenta al menos tres problemas graves:

-- Relativización de los principios. Si lo importante es impresionar, las creencias deben ser aparcadas en un baúl. No son relevantes. No deben guiar la acción política. Las convicciones se deben cambiar sin escrúpulos… si lo esencial es detentar el poder.

-- Fomenta un cortoplacismo brutal. Si lo determinante no es crear la mejor sociedad posible sino mantener una poltrona, será muy difícil abordar temas de amplio espectro que requieren amplitud de miras. Esos objetivos no suelen generar emociones a corto plazo, que es lo relevante.

-- Imposibilidad de afrontar cuestiones espinosas. La política sentimental huirá siempre de acometer cuestiones que, aunque sean transversales y fundamentales para el país, generen división. Por este sumidero se nos irán debates sobre cuestiones tan importantes como las pensiones, la educación, la reforma de la justicia, la ley electoral, la defensa de la vida o la despoblación.

Más en twitter: @javierfumero

 
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