Por eso nadie se fía de España

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a la salida de la sesión plenaria de este jueves en el Congreso de los Diputados

Resulta tremendamente llamativo que, en plena campaña para intentar evitar que el PP blanquee a la denominada ultraderecha, el PSOE en el Gobierno haya sacado adelante el decreto anticrisis con el apoyo de los proetarras, a cambio de incluirlos en la comisión de secretos oficiales. Todavía no he visto a los tertulianos alineados con la izquierda rasgarse las vestiduras. Será porque como lo han hecho “los suyos” este pacto es automáticamente fetén, ético y puro.

Sin embargo, hace falta un estómago muy, muy grande (o muy bien alimentado con suplementos vitamínicos facilitados por lo bajini) para tragar en silencio semejante sapo sin decir ni mú. Pero no. Tomen nota: Viktor Orbán es lo peor, Marine Le Pen es el demonio redivivo, Isabel Díaz Ayuso es la cavernícola y Vox, el principal peligro para la democracia parlamentaria, para una sana vida social y para el empoderamiento femenino.

Mientras esos eslóganes siguen siendo replicados por tierra, mar y aire, parece muy conveniente que un partido, que se declara abiertamente enemigo del Estado español y se ha marcado como objetivo expreso destruir el orden constitucional, pueda ser incluido en una sesión donde se tratan los asuntos más estratégicos de un país. ¿Cómo se digiere esto? Yo no lo entiendo.

Por cierto. Decisiones de este calado explican la actitud de los Estados Unidos de Joe Biden hacia España. Ellos tampoco se fían de este Ejecutivo y por eso nos han dejado fuera de las conversaciones confidenciales mantenidas en las últimas semanas con los principales líderes mundiales para responder a la ofensiva de Rusia. De aquellos polvos, estos lodos. Humillante, pero –todo hay que decirlo- nos lo hemos ganado a pulso. Qué vergüenza.

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