Javier Fumero

El PP no puede ser tan mezquino

El debate sobre la eutanasia exige argumentos de altura, honradez y prudencia

Por lo que parece, el Partido Popular ha decidido apuntarse a la ‘kale borroka parlamentaria’, a los argumentos mezquinos y miserables como estrategia de oposición. Acaba de suceder coincidiendo con la llegada al Congreso de un proyecto de ley sobre eutanasia.

El portavoz adjunto de los populares en la Cámara Baja, José Ignacio Echániz, ha lanzado este martes una impresentable acusación contra el PSOE. Ha asegurado que los socialistas impulsan una legislación sobre muerte digna con el objetivo de “ahorrar costes” con “personas que son muy caras al final de su vida”. “Para el PSOE, la eutanasia es una política de recortes”, ha rematado el dirigente popular, que añadió:

-- “En estos momentos tienen graves problemas de financiación del Estado del bienestar. Cada vez que desaparece una persona de estas características, desaparece un problema económico y financiero para el Estado. Cada vez que una de estas personas es empujada al fallecimiento por la vía de la eutanasia, el Estado está ahorrando muchísimo. Detrás hay una filosofía de la izquierda para evitar el coste social del envejecimiento en nuestro país”.

Ya expresé en estas páginas hace dos días mi visión sobre este tema tan controvertido y delicado. La naturaleza de la cuestión exige precisamente un debate de altura, de razonamientos nobles y honrados. Hay mucho en juego: la vida o la muerte de miles de personas. Ahí es nada.

Por eso, declaraciones como las apuntadas más arriba no ayudan nada. No conozco a ningún socialista que proponga una ley de suicidio asistido para aliviar las listas de espera de la Seguridad Social, ni para mejorar el sistema de pensiones o evitar el alto gasto médico que suponen los enfermos terminales. Eso es una barbaridad que descalifica a quien así se expresa.

Pienso que la mayoría de personas que promueven una muerte digna buscan aliviar un sufrimiento. Y en eso hay muchos que estamos de acuerdo: no puede ser que el enfermo que llega a la fase final de su vida o que se encuentra en un estadio irreversible por un mal incurable e incapacitante padezca mil penalidades por este hecho.

La cuestión es que algunos tenemos serias dudas de que eliminar al paciente con un acto voluntario sea la mejor solución. Máxime cuando en estos momentos hay remedios terapéuticos suficientes para anular el dolor intolerable, especialmente a través de los cuidados paliativos.

Los que exigen la eutanasia para que prevalezca la autonomía de los pacientes sobre el valor de la vida humana deben tener en cuenta que esto ya tiene límites en otros campos. El ejercicio de la autonomía de las personas –muy defendible, por cierto: qué cada cual haga en su día a día lo que le parezca mejor— ya tiene condicionamientos: esa libertad está restringida a que se persigan fines lícitos, el bien del sujeto.

Dicho de otro modo: nadie verá mal restringir la legítima autonomía de una persona que, porque le viene en gana, ha decidido saltarse los semáforos en rojo. Ahí acaba su libertad pues está poniendo en peligro a los demás. Tampoco nadie ve con malos ojos que un policía se acerque sigilosamente por detrás y retenga por la fuerza a un suicida que amaga con tirarse al vacío de lo alto de un puente. Lo hemos visto muchas veces. Y lo vemos bien porque el agente está impidiendo a esa persona que se inflija un mal, por muy autónomamente que actúe.

 

En cualquier caso, embarrar el debate, insisto, no ayuda nada. Por eso no entiendo la salida del Partido Popular.

Más en twitter: @javierfumero

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