Javier Fumero

PP y Vox también se van a zurrar cuando lleguen a Moncloa

Pablo Casado y Santiago Abascal, en el Congreso de los Diputados.
Pablo Casado y Santiago Abascal, en el Congreso de los Diputados.

Es un pensamiento que me viene a la cabeza cada cierto tiempo, coincidiendo casi siempre con el anuncio de un nuevo encontronazo entre miembros del consejo de ministros de PSOE y Unidas Podemos: esto mismo –entiendo yo-, calcado, va a suceder cuando gobiernen PP y Vox.

Párense a pensarlo. Un año de estos, más tarde o más temprano, Pablo Casado y Santiago Abascal van a sumar una mayoría suficiente para gobernar este país. Es lo más probable atendiendo a las encuestas electorales de los últimos tiempos. En estos momentos parece descartada una mayoría absoluta de cualquier partido a nivel nacional pero el centro derecha y la derecha podrían sumar.

En ese instante, los líderes de estos dos partidos –los citados, si nada extraño sucede antes de esa victoria- se sentarán a negociar y, atendiendo a las declaraciones de algunos dirigentes de Vox, este partido está dispuesto en estos momentos a entrar en un ejecutivo de coalición si el PP es la primera fuerza, como sucedería ahora según los sondeos. Es decir, Vox pedirá (como hizo Pablo Iglesias en su día) sillones y mando en plaza para sumar.

Porque se trata de eso, de demostrarle al electorado que su voto ha sido útil y relevante. No es lo mismo votarme a mi que al vecino. Pero esta tesis es precisamente la que provoca los principales problemas cuando un gobierno de coalición se lanza a manejar el Boletín Oficial del Estado. ¿Cómo evitar convertirme en irrelevante? ¿Cómo evitar que mi socio de gobierno se lleve los honores de las buenas decisiones que tomamos juntos? ¿Cómo evitar que me salpiquen los errores de un ejecutivo conjunto?

La única solución es marcar distancias, dejar claro cada cierto tiempo y con posicionamientos concretos, que no es lo mismo ocho que ochenta.

Estamos, ni más ni menos, ante el gran desafío que han tenido los gobiernos de coalición que se han ensayado en todo el mundo. De manera prácticamente inevitable, el partido que no coloca al presidente y es la muleta del cabeza visible suele ser devorado por el grande. Los éxitos son capitalizados mejor por la formación que dirige el Ejecutivo que por el más pequeño. Tradicionalmente es así.

Esta es la causa de esos regulares puntapiés que Podemos propina en la espinilla del PSOE. Se trata de no perder notoriedad, de justificar el puesto que ocupa esa formación en el Gobierno, de poner en valor su aportación al proyecto, de no acabar devorado por el partido aliado pero rival.

Es lo mismo que va a suceder cuando PP y Vox decidan pactar para formar un nuevo Gobierno. No tengo ninguna duda.

Más en twitter: @javierfumero

 
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