Javier Fumero

Qué cuco Pablo Iglesias

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias

¿Se han dado cuenta del papel que está jugando Pablo Iglesias en la última crisis del Gobierno Sánchez por los casos Delgado y Duque? Es interesante.

Amaga sin llegar a dar. Empuja sin derribar. Reprende sin cortar el hilo. Demuestra disconformidad pero de forma liviana. Se declara indignado pero sigue de largo.

Fíjense. El líder de Podemos reveló la semana pasada que ha intercambiado mensajes con el presidente del Gobierno sobre la situación de la ministra de Justicia, Dolores Delgado. Sánchez le dejó claro su “compromiso de combatir a las cloacas” del Estado pero insistió en que “quiere sostener a su ministra”.

Iglesias ha terminado pidiendo su dimisión aunque, inicialmente, habló simplemente de un asunto feo, de algo poco serio. Cuando empezaron a conocerse las particularidades de esa comida con Villarejo y Baltasar Garzón, cambió de discurso.

Pero el líder de la formación morada ha dejado claro en todo momento –atentos- que las dimisiones (de producirse) no deben suponer una caída del Ejecutivo. Aunque estuviéramos ante el tercer ministro del “Gobierno de la regeneración” que hiciera las maletas por algún chanchullo, Pedro debe seguir en La Moncloa.

Cuando saltó el caso Pedro Duque, Iglesias fue de los primeros en recordar que Pedro Sánchez se comprometió a expulsar de su dirección a quien creara una sociedad interpuesta para eludir impuestos. Es decir, le enseñó la puerta de salida al titular de Ciencia… pero nuevamente sin excesivo entusiasmo.

Entonces, ¿cuál es la estrategia del líder de Podemos?

A Pablo Iglesias le interesa un gobierno lo más débil posible y muy dependiente de Podemos. Por eso, todo lo que está pasando es miel sobre hojuelas para él. El PSOE se erosiona, el Ejecutivo pierde gas, cada vez está más solo… y a su merced.

Alguien ha dicho incluso que Podemos coquetea con una hipotética entrada en el Gobierno. Con exigir algunos sillones en el consejo de ministros. Raro. Pablo Iglesias sabe perfectamente que Pedro Sánchez jamás aceptará algo así: antes se marcha de Moncloa que compartir protagonismo con quien reclamó la vicepresidencia, el Ministerio de Economía y el CNI.

A Pablo no le interesan elecciones pronto (debe rehacer antes su partido) sino ser la clave de bóveda de un Gobierno que hace aguas, que boquea y necesita cualquier asidero que le permita seguir en el machito.

 

Ya llegará la hora de anunciar al mundo, cual redentor, que por fin este Gobierno no merece seguir avergonzándonos. Pero será cuando él lo diga. Qué cuco.

Más en twitter: @javierfumero

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