Javier Fumero

¿Qué había en juego? ¡Las listas!

Teodoro García Egea, en el verano de 2017 ante el Congreso.
Teodoro García Egea, en el verano de 2017 ante el Congreso.

Conviene no perder de vista la pelotita mientras esa mano extraña nos mueve los cubiletes. El carajal que se ha montado en el PP tuvo un detonante principal, clave, fundamental: el control del PP de Madrid. ¿Y que esconde ese puesto de presidente/a regional? El dominio sobre la designación de las personas que van a integrar las listas electorales del partido para los comicios de 2023. Es decir, todo tuvo que ver con una lucha de poder.

Isabel Díaz Ayuso se consideraba legitimada, sobre todo tras el aplastante resultado del 4-M en Madrid, para ejercer un mando total sobre el PP regional. Entendía que había logrado por méritos propios el derecho a incluir a sus peones en alcaldías y municipios de la Comunidad y lograr ampliar su cuota de poder en el partido. Enfrente se situó Teodoro García Egea, el ex todopoderoso secretario general del PP, que pretendía todo lo contrario: dejar aislada a la peligrosa Ayuso y colocar en puestos de salida de esas listas a cargos afines que le debieran fidelidad a él y a Pablo.

El movimiento de Teodoro no era nuevo. Es una estrategia que aplicó durante años. Un ejemplo: lo que sucedió con Cayetana Álvarez de Toledo en el Congreso. Cuando ella llegó en 2019 al puesto de portavoz del grupo parlamentario chocó con lo que denominó la “testosterónica y estéril teocracia” (qué sutil): ese afán del ex secretario general por controlarlo todo y fijar la lealtad como la prioridad absoluta. Álvarez de Toledo quiso diseñar su equipo en la Cámara Baja pero se encontró con la feroz oposición de Teo. Preparó una propuesta con nombres propios para las portavocías y mesas de las treinta y pico comisiones en las que se organiza el trabajo del Congreso pero fue inútil. En una tensa reunión en el despacho de Pablo Casado “Teodoro lo desmontó. Sin el más mínimo pudor”. Impuso su ley y sus peones.

Pero Juanma Moreno puede explicar también, cuando tenga un momento, el amargo trago que tuvo que pasar hace un año en su Andalucía cuando la “teocracia” pasó por encima de su candidato, Juan Ávila, que perdió ante la apuesta del ex secretario general: Virginia Pérez. Lo mismo sucedió en el País Vasco (impuso a Carlos Iturgaiz) y en Valencia (forzó la renuncia de Isabel Bonig en favor de Carlos Mazón).

Dicen algunos analistas que no se trataba tanto de una cuestión de ego o de carácter, como de supervivencia: Teodoro buscaba así blindarse ante una posible destitución por una derrota electoral en las próximas generales y poder intentar otro asalto a La Moncloa de Pablo Casado y él … gracias a esa red de peones colocados estratégicamente.

De aquellos polvos, estos lodos.

Más en twitter: @javierfumero

 
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