Javier Fumero

El relato, Rajoy, el relato

Ha vuelto a pasar. Y volverá a suceder, no tengo la menor duda. Porque el problema es de fondo. Rajoy no cree en la comunicación política. Considera prácticamente irrelevante la gestión de la opinión pública. Por eso, no suele cuidar el relato de los hechos. Toma decisiones y no las acompaña de las explicaciones adecuadas. Él se lo pierde.

En este caso, lo digo a cuenta de las detenciones del pasado jueves de Oriol Junqueras y siete ex consejeros de la Generalitat. Hasta un ‘rudo’ como Xavier García Albiol admitió esa tarde, con la boca pequeña, que la noticia no beneficiaba al Partido Popular. No le ayuda en la causa catalana porque favorece el victimismo, la idea de una utilización partidista de la justicia y la sensación de atropello.

Y el caso es que todo hubiera sido un poco más sencillo si se hubiera cuidado el relato. Si el Gobierno hubiera lanzado un mensaje inteligente nada más conocerse que los sediciosos entraban en prisión. Les pondré un ejemplo.

No hubiera costado nada utilizar a algún portavoz del PP (el Ejecutivo no debe moverse del discurso empleado: las decisiones judiciales se acatan, no hay nada que decir) para lanzar un mensaje potente, duro, contundente, del siguiente tenor:

-- “Han entrado en prisión ocho golpistas. Ocho individuos que han violado las leyes de un país. Con la mejor intención si se quiere, han quebrantado el orden constitucional que todos aprobamos. El coronel Tejero fue a la cárcel y Junqueras también. Porque, sin pistolas, este último ha ejecutado otro golpe de estado”.

Yo añadiría incluso un poco de pimienta, cargando la mano, exagerando. Para que el mensaje cale un poco más. Con algo de este estilo:

-- “Ojo que los miembros del Estado Islámico también vienen a Europa cargados de sus razones (equivocadas) y con deseo de imponerlas a quienes no piensan como ellos. No debaten, no confrontan sus ideas: se saltan las reglas y te atropellan con una furgoneta. También respondemos ante ellos metiéndoles en prisión. Porque son peligrosos. Salvando las distancias (que las hay), el argumento de fondo es el mismo: quien se salta la ley lo debe pagar, por el bien de toda la sociedad. No hay excepciones”.

Este último argumento hay que usarlo con cuidado. Es un exceso que puede generar titulares dañinos, del tipo: “Rafa Hernando compara a Junqueras con un yihadista que atropella civiles con furgonetas”. Pero para eso tienen los partidos a algunos portavoces más toscos: para ‘quemarlos’ con consignas que, sin embargo, conviene a veces lanzar. Yo prefiero la sutileza pero, en ocasiones, conviene pegar un portazo.

En cualquier caso, los dos mensajes expresados más arriba buscarían difundir un relato que debe calar entre los ciudadanos. Por más que resulte embarazoso ver a ocho políticos en chirona, la Justicia sólo está haciendo su trabajo. Detiene a unos golpistas. No es tan grave. De hecho, lo grave sería lo contrario: que no se actuara atendiendo a la ley.

 

Más en twitter: @javierfumero

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