Javier Fumero

Una revisión “por pares” para validar cada Gobierno

El asombroso descubrimiento de una vacuna que utiliza el ARN mensajero y no una versión mitigada del virus para luchar con el Covid-19 ha revolucionado el mundo científico. Ha acortado los plazos hasta lo nunca visto (ahora se trata de comprobar su eficacia pero se descartan graves daños colaterales en pacientes) y abre la puerta –no se lo pierdan- a futuras vacunas contra el cáncer empleando esta misma técnica.

Estamos ante una revolución de gran calado, explican los científicos, que ha sido posible gracias a la necesidad. El mundo se ha visto forzado por primera vez a remar globalmente en la misma dirección y este es el fruto: se ha logrado un descubrimiento brutal, que hubiera llevado años, gracias a tanto dinero (personas, equipos, esfuerzos) empleados a la vez, en muchos sitios, en la misma dirección.

Pero esos mismos científicos insisten –eso sí- en pedir paciencia y cautela. Con razón. No hay que correr. Hay que estudiar muchos pros y contras. Seguir los procedimientos. Y se habla negativamente, en concreto, de la praxis empleada por Pfizer-BionNTech y Moderna: el comunicado de prensa. 

Esa metodología está muy bien, explican, sobre todo para su cotización en bolsa. Con el anuncio de su alto porcentaje de eficacia pegaron un subidón en los mercados internacionales y varios directivos aprovecharon para hacer caja y obtener suculentas ganancias. Eso es extraño y sospechoso. 

La ciencia exige otra cosa. Concretamente que cualquier avance o descubrimiento de laboratorio vaya publicado en un ‘paper’, una publicación profesional auditada por expertos independientes que concluyen si se trata de un estudio fiable, un experimento con dudas razonables o directamente un camelo.

A esta especie de auditoría se la conoce como una revisión “por pares”. Se trata de un proceso en el que intervienen otros científicos de la misma o mayor cualificación que los investigadores (de ahí la palabra “pares), que estudian el trabajo aportado para garantizar el rigor, la coherencia, el uso de la investigación anterior sobre esa materia y suponga efectivamente una aportación original.

Todas las revistas científicas, conferencias y solicitudes de ayuda económica que se precien emplean este mecanismo de revisión “por pares”. Algunos van más allá y utilizan la llamada revisión por pares “doble ciego”. Esto es: los evaluadores no conocen al autor o autores del experimento. Y viceversa: los investigadores no saben quién les evalúa. Para evitar presiones, manipulación o algún tipo de cambalache (apoyo a una escuela u otra, te ayudo para que me ayudes, etc.).

Pues bien. Mi propuesta es la siguiente. Ahora que se acaban de aprobar los Presupuestos Generales del Estado y hay gobierno en principio para tres años, se podría aplicar este método para la evaluación del Ejecutivo. Una vez al año, un grupo de anónimos expertos independientes examinará el desempeño de los ministros, secretarios de Estado y directores generales: uso del dinero público, aportaciones legislativas, logro de pactos transversales para integrar al mayor número de personas, defensa del ciudadano, mejora de las condiciones generales para que la iniciativa privada crezca, cuidado de los más necesitados…

Al final, saldría un balance al que se podría vincular el sueldo de nuestros gobernantes. A mayores logros, más salario. Quién mejor trabaje, más cobra. El que más aporte, más recibirá del Estado. Los clásicos incentivos de toda la vida. 

 

Ciertamente, también se debería aplicar en negativo. Menos sueldo para el que menos contribuya. Hasta llegar al despido para aquellos que, lejos de ayudar, supongan un lastre evidente. Como sucede en cualquier empresa sensata, vamos. 

Es una idea.

Más en twitter: @javierfumero

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