Javier Fumero

Los sindicatos: esa regeneración pendiente

El secretario general de UGT, Cándido Méndez, abandona el cargo este mes de marzo que mañana comienza. Lleva 22 años al frente del sindicato y ahora quiere –ha dicho- “recuperar su vida privada”.

Está en su derecho. Sin embargo, mucho me temo que lo importante aquí es recuperar otra cosa: la regeneración pendiente de estas organizaciones. Cándido Méndez se marcha sin haber hecho los deberes. O quizás haya que entender su salida precisamente en esa dirección: por su incapacidad para resolver esta cuestión.

Que es preciso ‘volver a empezar’ en este ámbito es un secreto a voces. Todavía recuerdo el demoledor artículo que publicó la revista The Economist el pasado mes de septiembre acusando a las centrales de haber sido “parte del problema” de la grave crisis española. La retahíla de críticas era consistente:

-- Han estado más preocupados por su “status quo” que de los trabajadores.

-- CCOO y UGT han obstaculizado la creación de empleo y eso les ha pasado factura: los españoles ven ahora con recelo a las sindicatos.

-- La desconfianza se acrecentó con la aprobación de la reforma laboral, que “golpeó” la figura de los representantes de los trabajadores.

-- La gota que colmó el vaso fueron los “escándalos de corrupción” que rodearon a las principales organizaciones.

-- La demostración de esta crisis de popularidad son los datos de afiliación sindical: entre 2010 y 2013 cayó un 5,9%, el tercer mayor descenso de toda Europa sólo por detrás de Grecia (-19%) y Reino Unido (-7%).

Por todo esto pienso que los sindicatos tradicionales están heridos de muerte. De tanto supeditarse a los partidos de la izquierda han perdido cualquier atisbo de ecuanimidad. Algo que no ha pasado inadvertido a los ciudadanos.

 

Encima, han metido la mano en la caja (recordemos a los chicos de UGT y CCOO con las tarjetas black de CajaMadrid). Por todo eso ya no movilizan. Por todo eso han perdido el favor de sus bases.

Para colmo, llevan tiempo sin grandes subvenciones del Estado (es tiempo de crisis, no hay dinero para nada y menos para aquellos que lo han derrochado en cursos fraudulentos, por ejemplo). Y esto ha puesto de manifiesto algo grave: sin ayudas públicas, apenas se pueden sostener. Es decir, su actividad sindical no es capaz de generar ingresos suficientes para soportar sus costosísimas estructuras. Señal clara de que se han hipertrofiado, de que no representan a nadie dispuesto a soltar sus cuartos para financiarlos y de que algo no va.

Como sigue siendo indispensable una labor de contrapeso en las empresas, es la hora de adoptar un modelo distinto: los sindicatos profesionales hiper-localizados. Organizaciones pegadas al terreno, sin apenas liberados, sin consignas ideológicas, despolitizadas, ceñidas al estricto debate laboral de cada sector concreto, en cada ciudad o región... Y muy flexibles, conscientes de que hoy, para sobrevivir, es preciso amoldarse a los cambios.

Estamos esperando que aparezca el valiente que le ponga el cascabel a este gato.

Más en twitter: @javierfumero


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