Javier Fumero

Para esto sirvió el debate

No lo digo yo: lo aseguran los expertos. Los debates electorales no son un cruce de razonamientos con ánimo de verificar su cercanía a la verdad o una confrontación de pareceres buscando cotejar la mayor o menor garantía que ofrecen. Los debates son una representación teatral. Lisa y llanamente.

Lo de anoche también lo fue. Rajoy, Sánchez, Rivera y Pablo Iglesias representaron un papel, el rol que electoralmente les resultaba más rentable y verosímil. No escuchaban. Colocaron los bloques argumentales que habían acordado con sus equipos. Optaron por ser seductores. Intentaron evitar errores garrafales. Jugaron a las percepciones, a la seducción. Y poco más.

Con esto no quiero decir que hayamos perdido el tiempo necesariamente. Es higiénico, y ya innegociable, que nuestros representantes se expliquen en público. Y que lo hagan ante sus rivales. Que amaguen al menos con saber escuchar y saber dialogar.

Pero los debates son un paripé.

Para empezar es muy extraño que un cita de estas características cambie la intención de voto de la gente. Pero quizás en estos momentos haya algo más de opciones. Por varios motivos:

a) Estamos en una batalla con márgenes muy estrechos. En estos casos, un debate puede suponer un pequeño empujón o una sutil sentencia.

b) Los analistas suelen explicar también que la influencia de un debate en el voto se puede lograr fundamentalmente en dos direcciones: la consolidación mayor o menor de tus propios votantes y la mayor o menor atracción del voto indeciso. Y en estas elecciones, PP y PSOE se juegan mucho en el primer vector (la recuperación de sus desencantados seguidores), mientras Podemos y Ciudadanos mantienen un pulso con las dos formaciones hegemónicas para atraer a los indecisos.

Anoche había dos contendientes que tenían más que perder: Mariano Rajoy y Pablo Iglesias. El PP aparece en todas las encuestas como virtual vencedor. Por eso, el presidente en funciones jugó a no perder, a no cometer errores, a no meter la pata.

Por otro lado, todas las encuestas confirman el sorpasso de Unidos Podemos al PSOE. Por eso Pablo Iglesias preparó algunos golpes de efecto pero también evitó arriesgar en balde.

 

Pedro Sánchez y Albert Rivera se jugaban más y se la jugaron algo más. Se trataba de romper tendencias, acelerar un ascenso y lograr un punto de inflexión. El tiempo dirá si lo han conseguido. Yo no lo creo.

Más en twitter: @javierfumero

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