Javier Fumero

Qué solo se ha quedado Felipe VI

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La vacunación de las infantas Elena y Cristina ha dejado en una incómoda situación a la Casa Real

Es quizás la derivada más inquietante de la sorprendente noticia sobre las infantas Elena y Cristina, aprovechando un viaje a Abu Dabi para vacunarse, saltándose varios meses el orden establecido por las autoridades españolas al tener 57 y 55 años. Mi conclusión: el Rey Felipe VI se ha quedado más solo que nunca.

Dicen que el hecho ha escandalizado al Gobierno. Los ministros han comentado en privado su estupefacción por un suceso que consideran incomprensible en un momento como este, en pleno escándalo por la fortuna de Juan Carlos I. Pero son los españoles de a pie los que pueden estar más sorprendidos, porque mientras todo esto sucedía, ellos esperan –agotados, temerosos y exhaustos pero pacientes- su turno de vacunación.

Las infantas emitieron un comunicado para justificar los hechos: “Se nos ofreció y accedimos”. El PP ha recordado que, como han utilizado vacunas de los Emiratos Árabes Unidos, no han sustraído ninguna dosis a los españoles. Otros han recordado que Elena y Cristina no forman parte de la Familia Real. No representan a la Corona y, además, no tienen asignación real. Además, Monarquía Confidencial desveló este jueves que las infantas se vacunaron gracias al pacto que Emiratos Árabes Unidos ofrece a personalidades para fomentar el turismo.

A un servidor no le valen ninguno de estos argumentos para defender lo que han hecho. Esta vacunación puede ser legal, que lo es, pero no tiene un pase desde el punto de vista ético. Es un error gravísimo. A mi juicio, el principal es el siguiente: nadie sensato puede pensar que un hecho así no acabe trascendiendo. Hoy todo se acaba sabiendo. Tan es así que los asesores políticos suelen decir ahora: “si no quieres que algo se termine sabiendo, ni lo pienses”.

Como entiendo que las infantas Elena y Cristina no viven en la inopia –más bien, todo lo contrario: cuentan con medios y asesores suficientes para conocer estas cosas-, su decisión fue meditada. Tuvieron en cuenta el riesgo de que se filtrara… y aún así, tiraron para adelante, dieron su consentimiento. Es gravísimo porque supone la constatación palmaria de que ponen su bienestar por delante del potencial daño de imagen que algo sí puede causar a la institución monárquica, aquella que les permitió ser quiénes son y vivir como han vivido. Es de una ingratitud notable.

No hace falta ser un lince para llegar a esta conclusión. Por eso entiendo que los Reyes Felipe y Letizia habrán razonado de forma parecida… y habrán llegado a la tremenda conclusión que apuntaba más arriba: desconectados desde hace unos años de Juan Carlos I, acaban de quedarse más solos si cabe, porque las infantas también van a lo suyo.

Las infantas estaban en su derecho, faltaría más. Pero con sus actos se acaban de convertir en un peligro más para la Monarquía, que debe destacar en estos momentos precisamente por todo lo contrario: ejemplaridad, servicio, generosidad, donación, entrega… Si no es eso, no será nada.

Más en twitter: @javierfumero

 
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