Javier Fumero

Sudores fríos: Vox en el gobierno

El presidente de Vox, Santiago Abascal
El presidente de Vox, Santiago Abascal

Lo mismo sucedió con Podemos pero no nos acordamos. Cuando esta formación, liderada por un chico con coleta, irrumpió allá por 2015 en el parlamento español –contradiciendo los pronósticos de algunos gurús como Pedro Arriola, por ejemplo- media España se echó las manos a la cabeza:

-- “Ya están aquí los bolivarianos”, “se van a cargar la Constitución”, “a España le queda un telediario para acabar como Venezuela y Cuba”, “nos van a quitar hasta la camiseta”, “en el Parlamento va a oler mal”, “adiós a la propiedad privada, la independencia judicial y la libertad de prensa”… Y así todo.

Fue una sensación real. Todos conocemos personas que pasaron esos meses realmente angustiadas: España había dado un paso en falso que nos iba a costar muy caro en libertades y democracia. Han pasado siete años y no ha sido así. Quien ha visto menguar su estrella en este tiempo es el propio movimiento liderado por Pablo Iglesias, que abandonó las tiendas de campaña de la Puerta del Sol, tuvo una oportunidad de cambiar las cosas a través de las urnas y se ha diluido como un azucarillo. Eso sí: después de alcanzar varios puestos en el consejo de ministros.

Lo mismo va a pasar con Vox. Acaba de irrumpir por vez primera en un ejecutivo (en el gobierno de Castilla y León) y la izquierda se tira de los pelos estos días:

-- “Llega la peste verde”, “es una amenaza para la convivencia democrática”, “se normalizará el saludo nazi en el Congreso”, “es el triunfo de la homofobia, el racismo y la xenofobia”, “se acabó la protección de las mujeres”, “la reencarnación del fascismo estará al frente de consejerías”… Y así todo.

Vox representa a un tanto por ciento no pequeño de españoles, que están dispuestos a votarle democráticamente. Sacarán en las próximas generales un buen puñado de escaños y quizás sumen con el Partido Popular para formar un gobierno. Cuando eso suceda –si sucede- las frases anteriores quedarán en nada. Vox será un partido más, como Podemos. Hará política en la parlamento, tendría aciertos y errores. Y punto. Lo demás es esa pizca de demagogia que tanto practican nuestros políticos y grandes cucharadas de apelaciones al miedo para movilizar al propio votante que está decepcionado con lo que en estos momentos le ofrece la izquierda.

Sólo de Vox depende su continuidad en el tiempo. Ya lo verán.

Más en twitter: @javierfumero

 
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