Javier Fumero

Que los taxistas dejen de secuestrar a los ciudadanos

Uber.
Uber y Cabify han revolucionado el sector del transporte público, como ha sucedido en otros muchos ámbitos profesionales

“Los libreros colapsan las calles de tu ciudad”. Si esta frase fuera el titular de una noticia cierta, ¿qué le parecería? Lo digo, efectivamente, a cuento de la situación que se está viviendo estos días en Madrid y Barcelona, con la dura huelga que ha emprendido el sector del taxi.

Ciudades colapsadas durante horas, agresiones y piquetes violentos, desabastecimiento de un servicio público durante una feria mundial, corte por la fuerza de accesos clave como los aeropuertos… Los conductores han tomado como rehenes a los ciudadanos. Los utilizan (sin que estos tengan culpa de nada) para forzar al Gobierno a aceptar sus reivindicaciones. ¿Es razonable esto?

Yo creo que no. Ni los controladores hacen bien cuando amenazan con bloquear el espacio aéreo en fechas vacacionales, ni se debería dejar a los taxistas extorsionar a las autoridades interrumpiendo la vida pacífica de los habitantes de una comarca, que nada tienen que ver con lo sucedido.

Pero voy más allá. Los taxistas protestan, a mi modo de ver, porque se resisten al cambio. La llegada de la economía colaborativa, que logra rebajar los precios de determinados servicios gracias a las nuevas tecnologías, está provocando auténticos terremotos financieros en casi todas las áreas. No es algo nuevo ni exclusivo de un solo colectivo profesional.

Me atrevería a decir que nadie se salva de esto. Tampoco las librerías tradicionales, por poner otro caso. Lo digo porque estos días se ha conocido la noticia de que varias históricas tiendas de libros se encuentran al borde del cierre… por culpa de Amazon. Cuando “culpa” es sinónimo de haber encontrado una fórmula que abarata los costes y logra ofrecer más por menos.

En este contexto –y enlazo con el comienzo de este artículo-, no me parecería bien que los libreros cortaran las principales arterias de tu ciudad para demandar al Gobierno una serie de límites para esas nuevas ofertas comerciales. Hay que espabilar.

Entiendo que en el caso del taxi hay algo que lo complica todo: esas licencias municipales tan costosas que iban a ser amortizadas con el paso de los años. Ahora, que las cuentas se ven alteradas, suponen una amenaza para el futuro de muchas familias. Pero ese no es el principal problema.

Insisto: el sector del taxi reclama fundamentalmente que se limiten los nuevos negocios. Y eso, no me parece bien. Si los modelos de transporte recién llegados ofrecen un servicio mejor y más barato (o así lo perciben los clientes) el taxi debe reflexionar, tomar medidas y no exigir privilegios.

Y en cualquier caso, que dejen en paz a los ciudadanos. Todos tenemos que lidiar con nuestros particulares Uber y Cabify. Pero nadie vería lógico que, para ello, secuestráramos a las familias de los taxistas. Pues eso.

Más en twitter: @javierfumero

 
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