Técnicos de mentira para mantener las mascarillas

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, se quita la mascarilla para comparecer después del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud

Vaya por delante mi defensa de la libertad personal: el que quiera llevar mascarilla, que la lleve. Faltaría más. Bastante aficionados hay ya en este mundo a regar de normas y órdenes sin cuento nuestra convivencia diaria, atropellando la legítima autonomía de las personas, como para que otros sigamos ese camino. No. Por eso mismo, porque me interesa que el Estado no se extralimite en sus requerimientos a los ciudadanos, me pregunto qué sentido ha tenido estos últimos meses obligar a los españoles a llevar mascarilla en el transporte público.

No lo entiendo. Este lunes, el Boletín Oficial del Estado publicó una resolución por la que se eliminan los controles a extracomunitarios en los puertos y aeropuertos internacionales. Los viajeros ya no estarán obligados a presentar el pasaporte de vacunación. Tampoco deberán cumplimentar el ‘Spanish Travel Health’, el formulario de Sanidad que se exigía para entrar en España.

El texto de la Dirección General de Salud justifica la medida aludiendo a “los altos niveles de inmunización alcanzados en la población española y en los países de nuestro entorno, que han llevado a una importante disminución de los casos graves y de la letalidad frente a SARS-CoV-2”. Yo me congratulo de esta solemne declaración, porque es verdad y porque refleja que hemos logrado vencer al bicho. Pero insisto. Entonces, ¿qué sentido tiene exigir todavía la mascarilla en aviones, trenes, metros y autobuses?

Esto demuestra que quienes llevan las riendas de esta cuestión son muy malos profesionales. La ministra de Sanidad responde lo mismo, siempre que le preguntan por esta cuestión: los expertos tienen la última palabra sobre la posible modificación de esta norma.

¿Los expertos? ¿Qué expertos? Toca la ministra aquí un punto sensible, porque los españoles llevamos meses sabiendo que ese supuesto grupo de técnicos no existe, es una cortina de humo bajo la que se ha protegido el Ejecutivo. Nunca se ha querido facilitar el nombre de sus integrantes, ni el perfil de sus currículums, porque no hay tal comité. Es un ardid bajo el que cobijarse, por ejemplo, en momentos como este.

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El problema es que están jugando la libertad de las personas. Y eso es algo muy serio.

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