Javier Fumero

Tejeritos negacionistas de la bandera de España

Luces de Navidad en Madrid (Imagen: Telemadrid).
Luces de Navidad en Madrid (Imagen: Telemadrid).

Los que no viven en Madrid deben saber que se está cociendo una interesante polémica a cuenta de la iluminación navideña que ha diseñado el alcalde José Luis Martínez-Almeida. El consistorio ha instalado en diversos puntos de la capital (en varios puentes y uniendo farolas) ristras de bombillas rojas y amarillas, dispuestas de tal forma que luzcan formando la bandera de España.

Esta semana tuvo lugar el test de prueba, con un encendido provisional para comprobar que todo funciona correctamente. La simple difusión de esas imágenes por televisión ha generado un runrún que mucho me temo va a terminar en debate nacional. Por mi, encantado. Este tema hay que abordarlo hasta resolver el problema.

A un servidor le cuesta entender la razón de esta ofuscación pero es así: algunos consideran el uso de la bandera como una cuestión política. Mucha enseña nacional es igual a facherío, a patriotismo de ultraderecha, a guiño anti-autonomista. Es así. Y es muy triste.

Basta darse un paseo fuera de nuestro país para comprobar que somos una extrañísima excepción. Por ahí todos se enorgullecen de su enseña. La llevan sin complejos, orgullosos, la lucen en prendas y accesorios –toda ocasión es poca-, la tratan con respeto y admiración. Adornan objetos personales con sus colores. Y sobre todo, se percibe que están encantados con la identidad que les otorga. 

En alguna ocasión ya he dicho que, a mi modo de ver, en esto hay dos países que se llevan la palma: Estados Unidos e Italia. Los norteamericanos llevan años proclamando al mundo su adoración al paño con la barra y las estrellas. Colocan la bandera en las puertas de las casas, la izan en sus jardines, une a demócratas y republicanos, echan pestes de quien ose realizar alguna afrenta, la meten en todas las películas... Es como una especie de religión

Los italianos (y esto lo he vivido de primera mano) también veneran su bandera tricolor. Enloquecen con sus colores y se sienten muy orgullosos de mostrarla. Después de ‘la mamma’, la pasta y la selección nacional de fútbol es el elemento más configurador de la identidad de los transalpinos.

Aquí no es así. Demostrar en la piel de toro un poquito de afición a la rojigualda es de fachas… lo que sea que eso signifique: extrema derecha, pseudo-franquismo camuflado, falangismo de tercera generación… Si te gusta mucho la bandera de España debes hacértelo mirar: no eres muy normal

Es cierto que hace un año Pedro Sánchez sorprendió a todos subiéndose a un escenario en campaña electoral con una bandera de España gigante a su espalda. A más de uno en el PSOE casi le da un infarto, precisamente por esos estereotipos promovidos por la izquierda que han terminado calando: el que agita la enseña nacional es un ‘tejerito’ en potencia

Yo pienso más bien en lo contrario. Los negacionistas de la bandera son los peligrosos. Son los que quieren dividir y destruir España. Dicho lo cual, se va a montar una buena por las luces en Madrid, ya lo verán. 

 

Más en twitter: @javierfumero

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