Javier Fumero

Trastorno de la personalidad narcisista

Máximo Huerta, durante la grabación de un 'Chester' con Risto Mejide.
Máximo Huerta, durante la grabación de un 'Chester' con Risto Mejide.

La prestigiosa Clínica Mayo (Rochester, Minnesota) define el “trastorno de la personalidad narcisista” de la siguiente manera:

-- “El trastorno de personalidad narcisista (uno de varios tipos de trastornos de la personalidad) es un trastorno mental en el cual las personas tienen un sentido desmesurado de su propia importancia, una necesidad profunda de atención excesiva y admiración, relaciones conflictivas y una carencia de empatía por los demás. Sin embargo, detrás de esta máscara de seguridad extrema, hay una autoestima frágil que es vulnerable a la crítica más leve”.

Los expertos de este centro médico de los Estados Unidos dejan claro también que esta patología es capaz de causar “problemas en muchas áreas de la vida”, como en las relaciones, el trabajo, la escuela o los asuntos económicos. “En general –añade-, es posible que las personas con trastorno de la personalidad narcisista se sientan infelices y decepcionadas cuando no reciben los favores especiales ni la admiración que creen merecer. Es posible que no se sientan satisfechos con sus relaciones y que otras personas no disfruten de su compañía”.

¿Por qué les hablo de esto hoy? Porque ayer vi la entrevista de Pablo Motos al ex ministro Máximo Huerta de este lunes en ‘El Hormiguero’ y me dejó boquiabierto el relato del escritor sobre su última conversación con el presidente Pedro Sánchez, horas antes de presentar su dimisión. Échenle un vistazo al fragmento (está por todas partes) porque no tiene desperdicio, de verdad. Cuando Huerta entró a su despacho y le habló del discurso que había preparado, lejos de mostrarse cercano, de referirse a su marcha, Sánchez empezó a hablarle de su preocupación más profunda: cómo será él recordado por las futuras generaciones. Explicaba el ex titular de Cultura que su interlocutor se levantó de la silla y empezó a caminar por la habitación perorando sobre esa cuestión.

La cosa tiene su miga, y mucha más importancia de lo que parece. Fíjense en la conducta del presidente, según el testimonio de Máximo Huerta. Demuestra una falta de empatía brutal. Tenía delante a una persona que iba a salir de su Gobierno pocos días después de haber tomado posesión (menuda humillación), por la puerta de atrás y sin darle problemas (el ex ministro se había comprometido a permanecer callado)… y opta en la última charla por hablar de sí mismo, de su imagen, de su legado, ajeno al drama que estaba viviendo la persona que tenía delante.

La verdad es que si uno trata de describir la personalidad de Pedro Sánchez se encuentra con algunos puntos sorprendentes. A mí siempre me ha llamado mucho la atención –y perdonen que en esto me repita- esa capacidad para hacer lo contrario de lo que ha dicho días, semanas, meses o años atrás. Sin mostrar, además, ningún rubor o empacho. Hace falta un modo de ser muy singular para actuar de esa manera. Que encajaría, entiendo, con un temperamento como el descrito más arriba, algo magullado.

La cuestión es que si esto es totalmente cierto tenemos un problema, porque quien padecería una patología como la descrita es el mismísimo presidente del Gobierno. Es decir, la persona que dirige los destinos del país y en último término, el responsable de firmar las disposiciones que se publican en el Boletín Oficial del Estado. Ahí es nada.

Más en twitter: @javierfumero

 
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