Javier Fumero

Se van a ir, se van a ir

La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra; la ministra de Igualdad, Irene Montero; el ministro de Consumo, Alberto Garzón, y el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, en el Congreso.
La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra; la ministra de Igualdad, Irene Montero; el ministro de Consumo, Alberto Garzón, y el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, en el Congreso.

A quien me pregunta estos días mi opinión sobre el futuro de los líderes de Podemos que han perpetrado, desde el Ministerio de Igualdad, el de Derechos Sociales y el de Consumo, esas leyes tan dañinas para los ciudadanos como la Ley del ‘sólo sí es sí’ o la Ley trans, suelo hablarles de Leire Pajín y de Bibiana Aído.

Yo las recuerdo muy bien, porque me impactaron en su día y de vez en cuando me he interesado por saber qué era de ellas. Sin embargo, veo que a muchos españoles les queda solo un vago recuerdo. Todos coinciden en que es posible trazar semejanzas con los actuales protagonistas de la política social del Gobierno: Irene Montero, Alberto Garzón, Ione Belarra, Lilith Verstringe, Ángela Rodríguez Pam… Políticos livianos, con tantas ínfulas como escasas dotes para la gestión de la cosa pública, muy pagados de sí mismos e ignorantes en cuestiones jurídicas, por ejemplo. De aquellos polvos, estos lodos.

Entiendo, les digo, que con los políticos citados va a pasar lo mismo que con sus predecesoras socialistas. Fueron elegidas no por su valía, como ha quedado claramente confirmado, sino por cuestión de ideología y, en bastantes casos, de cuota. Pura y exclusivamente. Por eso ha pasado lo que ha pasado.

De ese modo, entiendo, pasarán a la irrelevancia más absoluta en cuanto abandonen la moqueta. Sestearán aquí o allá durante un tiempo, pero no se van a morir de hambre, no. Se les retribuirán los servicios prestados a la causa ideológica enchufándoles –de nuevo, no por sus dotes- en algún chiringuito convenientemente complaciente: ONU mujeres, organización panamericana de turno, centro austral de Desarrollo Sostenible… o lo que se tercie. Siempre hay un plato caliente para un fiel servidor de la causa.

Habrán dejado tras ellos, eso sí, un reguero de babas que será preciso limpiar. Más pronto que tarde, por cierto, como ha percibido el PSOE con la Ley del ‘sólo sí es sí’. Sucederá otro tanto, ya lo verán, con la Ley trans, que ni la progresista ministra de Justicia Pilar Llop está dispuesta a avalar: ya verán, por ejemplo, cuando empiecen a surgir peticiones de cambio de sexo express por acusados de agredir a mujeres que, con ese sencillo acto, dejarán de ser perseguibles con tanta dureza al decaer el tipo penal por violencia machista. Se convertirá en una agresión de mujer a mujer, que pase el siguiente. Ya verán.

España seguirá girando y este grupo de oportunistas se irá por donde vino, dejándonos un país un poquito peor. Habrá que arremangarse, repito, para limpiar sus rastros pero es lo que tiene nuestra vida en democracia: te pueden gobernar los mejores o gente que no da la talla. En nuestra mano está que no vuelva a pasar o tarde lo más posible en repetirse.

Más en twitter: @javierfumero

 
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