Javier Fumero

Los vascos son… elegantes, inteligentes y educados

Volvemos casi sobre lo mismo: los límites de la libertad de expresión. El mes pasado la televisión autonómica vasca emitió un vídeo que clasifica a los españoles bajo cuatro prototipos: “fachas”, “paletos”, “chonis” y “progres”.

El espacio de la EiTB entrevistaba a personajes del País Vasco que opinaban de forma desenfadada sobre España, los españoles y sus símbolos: el himno nacional, la bandera...

En un tono desenfadado y distendido, una de las participantes llegó a declarar que cuando escucha el himno español “le dan ganas de vomitar” y siente que le “da cagalera”. Un primor.

El programa ha sido retirado de la parrilla y el episodio grabado ya no se encuentra en la web de la cadena. El Partido Socialista de Euskadi y el PP han mostrado su indignación. Podemos ha dicho que son bromas bastante lamentables pero que no representan a nadie. Y el PNV habla de simples opiniones personales, nada de lo que responsabilizar a la televisión autonómica.

Pero ¿por qué un programa que se llama ‘Soy vascohablante, ¿y tú?’ (Euskalduna naiz, eta Zu?) ve conveniente enfocar así el espacio? ¿Por qué faltar al respeto a los demás? ¿Tenía muy baja audiencia quizás? ¿Ha sido un reclamo para lograr un minuto de gloria? ¿Era un experimento sociológico?

La justificación de que se trata de humor no tiene un pase. Porque ahí tenemos a ‘Vaya semanita’, ese formato genial que estuvo 11 años bromeando, desde una gran altura, sobre el País Vasco y España. El contraste es evidente.

Es cuestión de elegancia, inteligencia y educación.

Hace poco leí a Javier Gomá defender que ser elegantes es ser personas que saben elegir bien el uso de la libertad. La idea de organizar una sociedad justa y bien constituida, pidiendo a los ciudadanos que cumplan la ley, no es suficiente, dice Gomá. Y añadía:

-- “La ley regula solamente la actividad de la libertad externa, pero no puede afectar al corazón, que es donde residen las decisiones importantes sobre qué tipo de persona quiere ser uno. Una ciudadanía que solamente se somete a la ley -que siempre es coactiva- por miedo al castigo, es una sociedad infinitamente menos viable y menos cohesionada que una sociedad con ciudadanos que tienen el corazón educado de tal manera que optan por lo bueno sin necesidad de premio y les repugna lo malo sin necesidad de amenaza ni castigo”.

 

A España y a todos los españoles –vascos incluidos- nos iría mejor si tuviéramos el corazón educado, si fuéramos capaces de optar por lo bueno sin necesidad de que nos desgraven fiscalmente y evitáramos dar puntapiés por repugnancia a lo malo sin necesidad de que haya una sanción esperándonos a la vuelta de la esquina.

Más en twitter: @javierfumero

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