Javier Fumero

La verdad desde el principio, ministro Soria, la verdad

Gravísimo error el que ha cometido José Manuel Soria, ministro de Industria en funciones del Gobierno Rajoy. No me refiero al hecho de aparecer o no en los papeles de Panamá –ya habrá ocasión de centrarse en eso- sino a su falso desmentido inicial, ahora rectificado.

El martes por la mañana declaró que ni él ni su familia tenían relación alguna con la sociedad británica UK Line Limited. Sin embargo, esa misma tarde cambió de versión. Sí, la compañía la fundó su padre, al 50% con un socio llamado Manuel Cádiz. Y fue administrador de la misma desde 1991 a 1997. Fue elegido alcalde de Las Palmas en 1995.

El manual básico para la comunicación de crisis, del tipo que sea, tiene varios principios comunes. Se trate del descubrimiento de un brote de Évola, de la aparición de cristalitos en botellines que comercializa tu empresa o de un fallo en los frenos del coche que vendes. En todos estos casos, se debe cumplir un protocolo que evite daños mayores. Por ejemplo, se citan los siguientes:

1. Atiende a las percepciones. En una situación de crisis no sólo es importante lo que ha pasado sino lo que los ciudadanos, clientes, accionistas, abonados, socios… perciben sobre lo que ha sucedido. La gravedad de la crisis –explican los expertos- es directamente proporcional a su percepción pública. Esto es muy importante a la hora de tomar decisiones y de dar respuestas.

2. Escucha a quién protesta. No son pocos los gabinetes de comunicación o portavoces que reaccionan con el silencio absoluto, la ocultación de evidencias o los botes de humo para responder a las acusaciones. Sin embargo, si se quiere reconducir una crisis, se debe apostar por la empatía, la claridad y el afán por comprender a los que piden explicaciones. Esto también es básico.

3. Responde de tus actos. Dicen que los sucesos inesperados son el mejor test de liderazgo, valentía y creatividad para una empresa, institución o personalidad. Es preciso actuar y reparar el daño causado. Esto a veces supone mucho dinero: retirar un producto tóxico o peligroso, cubrir los gastos médicos de empleados heridos o abandonar una prometedora pero polémica línea de investigación. Pero este es el único modo de demostrar buena voluntad.

4. Y di siempre la verdad. Los entendidos explican que no es posible salir de una crisis de comunicación si los responsables carecen de autoridad. Y la única autoridad que se reconoce durante un tsunami informativo provocado por un hecho grave es la que se basa en la confianza. Esa que sólo se obtiene diciendo la verdad.

De hecho dicen que la honradez y la sinceridad son las dos herramientas más idóneas para la gestión de una crisis institucional o personal. Lo contrario –ser opaco, difuso o mentiroso- puede ofrecer rédito a corto plazo pero acaba volviéndose contra uno mismo o la propia institución.

Al final, es peor el remedio que la enfermedad. Porque una mentira transforma una crisis en un escándalo, el problema más complejo que debe afrontar una persona o una institución desde el punto de vista de la comunicación. Tampoco por eso se debe mentir. En ningún caso. Ni hay mentiras inofensivas, ni mentiras benignas, ni mentiras legítimas.

 

Visto lo visto, el ministro Soria se ha metido en un lío. Y en un lío grande. Porque, admitiendo que tener una empresa familiar siendo alcalde no es ilegal, lo que levanta todas las sospechas son sus mentiras. Ha cambiado de versión varias veces y ha sido desmentido con datos en otras tantas. Tremendo.

Pero hay algo peor, incluso. José Manuel Soria ha perdido ya cualquier credibilidad. ¿Quién va a fiarse ahora de lo próximo que diga?

Se ha dicho que acudirá al Congreso, a explicarlo todo en una comisión parlamentaria. Vale, pero ¿quién le va a creer? ¿Será –esta vez sí- la versión definitiva o deberemos esperar a ver si sale algún nuevo papelito que nos permita por fin conocer los hechos ciertos?

Esto tiene muy mal pronóstico, me temo.

Más en twitter: @javierfumero

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