Javier Fumero

Yo te voy a decir cuáles deben ser tus creencias

Libertad
La presunta superioridad moral de la izquierda ha vuelto a hacerlo: estigmatiza todo pensamiento discrepante

Es asombroso comprobar cómo, una vez más, ese curioso fenómeno que algunos han venido a llamar “superioridad moral de la izquierda” logra colocar a algunas personas en situaciones increíbles, que no soportan el más mínimo análisis riguroso. A ver si me explico utilizando dos ejemplos recientes protagonizados por jueces.

El primero tiene que ver con la nominación en los Estados Unidos por parte de Donald Trump de la candidata presidencial para el puesto que acaba de quedar vacante en el Tribunal Supremo de aquel país. Se llama Amy Coney Barrett se declara católica, contraria al aborto y es madre de siete hijos, uno con síndrome de Down y otros dos adoptados en Haití.

Pues bien. En la información que el diario El País publicó el pasado sábado sobre esta cuestión se afirmaba lo siguiente. Durante su confirmación en 2017 para el puesto que todavía ocupa en la corte de apelaciones del Séptimo Circuito, en Chicago, la senadora demócrata Dianne Feinstein puso en duda que Barrett pudiera emitir fallos dejando a un lado su credo religioso. “El dogma define su vida”, le soltó Feinstein, “y eso es un motivo de preocupación” en un juez, certificó la senadora.

Barrett se defendió: “Si me pregunta si me tomo mi fe católica en serio, lo hago. Pero debo enfatizar que mi afiliación personal a mi iglesia o mis creencias religiosas no afectarán a mi deber como juez”.

Esto es lo que no entiendo. ¿Alguien les pregunta a los jueces ateos cómo les va a afectar su increencia a su trabajo como magistrados? Porque afectarles, claro que les afecta. Es lo que tiene el ser humano, mire por dónde, que va pertrechado de un conjunto de principios, opiniones, certezas y dudas que son inseparables de su modo de ser y ver la vida. Toda persona es así. 

¿Por qué sólo los católicos deben dar cuenta de sus fundamentos y son tratados como sospechosos? ¿Por qué la izquierda estigmatiza a los que no piensan como ellos? Si Coney Barrett es mala profesional, que se le aparte del proceso. Pero en caso contrario, merece un respeto… si alguien pretende que se le respete a él, claro.

El otro caso que quiero mencionar lo ha protagonizado el juez (ahora ministro del Interior) Fernando Grande-Marlaska. Ha realizado unas declaraciones sobre el anuncio del Ayuntamiento de Madrid que, amparado en la Ley de Memoria Histórica promovida y aprobada por la izquierda, ha decidido cambiar de nombre las calles de los ex dirigentes republicanos Francisco Largo Caballero e Indalecio Prieto.

Los promotores justifican la decisión aludiendo al artículo 15 de la ley aprobada en 2007. Y Vox reclama también la aplicación de “la resolución del Parlamento Europeo de condena a los regímenes totalitarios”, además de tachar a estos personajes de “criminales” y “antidemócratas”.

La reacción de Grande-Marlaska ha sido calificar la propuesta de “fraude de ley”, una iniciativa “perversa” porque –asegura- pervierte “una ley que busca el reconocimiento de todos, el reencuentro de todos. Ustedes lo único que quieren es el desencuentro".

 

Es increíble. Cuando la izquierda utiliza la Memoria Histórica para cambiar unas calles que a un sector de la población parece generarles dolor y consternación, está bien, es correcto y legítimo. Si la derecha utiliza los mismos criterios del texto legal para hacer lo propio con personajes que indignan a ciudadanos de otro espectro ideológico eso es un “fraude de ley”.

Por este caminito de Jerez se transita directamente hacia el pensamiento único. No hay otra. Aquí se hace lo que digo yo, y punto. Estás equivocado y deberás cerrar el pico, justificar tu propia existencia allá donde vayas, tragarte mi forma de entender la vida y comulgar con mis ruedas de molino.

Pues va a ser que no.

Más en twitter: @javierfumero

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