Javier Fumero

Voy a hablar bien de los funcionarios

Una profesional sanitaria se pone guantes de nitrilo en un dispositivo de vacunación contra el Covid-19
Una profesional sanitaria se pone guantes de nitrilo en un dispositivo de vacunación contra el Covid-19

Lo adelanto en el titular porque esto no es muy habitual. Lo que abunda en las redes sociales y en los artículos de opinión –probablemente, con razón- son las quejas por el mal trato que ha sufrido un ciudadano ante el atropello de un responsable de ventanilla en un ministerio, de un policía haciendo un mal ejercicio de sus funciones o de un conductor de autobús impertinente.

Sin embargo, hoy quiero romper una lanza en favor de los sanitarios que atienden el Centro de Salud de la calle Segre, de Madrid. Allí se dirigieron estos días dos personas que superan ampliamente los ochenta años y a los que aprecio mucho. Iban a inyectarse las vacunas contra el Covid y la gripe, y estaban algo preocupados. Es un momento delicado, de cierta prevención, y las cosas están como están. También por la precariedad que existe en el sector sanitario.

Pues bien. Lo que relataron estas dos personas, que acudieron por separado, es que se encontraron con un personal de trato exquisito, muy paciente y amable, competente y colaborador. Lo primero que les llamó la atención es, efectivamente, la amabilidad, la buena educación. Se sintieron tratados no solo con respeto o cortesía, que ya hubiera estado bien, sino hasta con delicadeza.

Después encontraron un personal muy competente. El sistema de vacunación estaba bien organizado. Todo funcionaba como un reloj. Apenas tuvieron que esperar uno o dos minutos y llegaron con cierta antelación a la hora prevista para los pinchazos. Estaban en la base de datos, bien identificados, fueron informados con diligencia y atendidos con rapidez. Sin prisas, pero sin retrasos.

El resultado de algo así en personas de más edad es tremendo. Salen confortados, seguros, y hasta de algún modo reconciliados con este mundo que, de algún modo, les empieza a quedar grande. Es normal. Pero precisamente por eso es tan importante el papel de estos profesionales.

En cualquier caso, lo que describieron estas personas de su roce el otro día con la Sanidad en Madrid habla de unos funcionarios que no sólo cumplieron con su deber, que es lo exigible, sino que fueron un poco más allá. Se aplicaron con una entrega que ningún sueldo es capaz de premiar o compensar. Dignificaron un poco más este mundo y a uno le dejó con ganas de empeñarse igual con los que tiene a su alrededor. Que lo vivido se convierta en un modesto círculo virtuoso de buen trabajo. Ojalá.

Más en twitter: @javierfumero

 
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