Javier Fumero

Yo sé lo que te pasa, España

Hay polémica por el uso que está realizando el PSOE de la palabra España.
España adolece de políticos a la altura de las circunstancias

Se suele reprochar a Emmanuel Macron su capacidad para perorar como si no hubiera un mañana, su tono displicente y de superioridad, y esa sensación general que transmite de estar interpretando un papel y no tanto expresando unas convicciones personales.

Sin embargo, hay elementos de su discurso (sean propios o no) que me parecen dignos de mención. Les voy a poner un ejemplo.

En la maratoniana rueda de prensa del pasado miércoles –dos horas de duración- ante los periodistas congregados para abordar la cumbre del G-7 que se celebra este fin de semana en Biarritz deslizó reflexiones filosóficas, apuntes sociológicos y guiños eruditos.

Estamos ante un cambio de época, dijo. Es preciso redefinir el humanismo del siglo XXI. Hay una crisis de la democracia: de su representatividad y su eficacia… Y así todo. Pues bien. Hubo una expresión a la que recurrió en varias ocasiones que me parece especialmente oportuna: “el tempo largo”.

A juicio del líder francés, nos encontramos en una encrucijada que exige –ahora más que nunca- ver más allá de los problemas ordinarios, de las crisis puntuales, del día a día. Debemos entender que nos encontramos ante un cambio de época trascendental.

Aludió entonces a la quiebra de la democracia como instrumento para el gobierno de los países. Al aumento de las desigualdades. Al hundimiento del capitalismo contemporáneo. Esto está provocando –concluyó Macron- el auge de democracias iliberales (menos libertad para los ciudadanos), el aislacionismo y nacimiento de nuevas formas de violencia. Todos estos procesos, insistió, exigen repensar en profundidad las organizaciones y dar respuesta a estos desafíos.

Me parece especialmente oportuna, insisto, esa alusión al “tempo largo”, a la necesidad de abordar los problemas actuales con amplitud de miras, con luces largas, con políticas de medio y largo plazo.

A mi modo de ver el principal obstáculo que impide este modo de proceder es la falta de políticos a la altura de las circunstancias. Hablo principalmente de España. Echo en falta gobiernos centrados en el bien común, no en los sondeos demoscópicos; que apuesten por soluciones no cortoplacistas; que sepan unir a los discrepantes entorno a cuestiones de interés general.

Gobernantes que conciten virtudes como la inteligencia, el talento, el don de gentes, la magnanimidad, la humildad y la generosidad. Para responder a los actuales desafíos necesitamos líderes a la altura de las circunstancias.

 

Más en twitter: @javierfumero

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