Javier Fumero

Yolanda Díaz es la estadista

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, el pasado mes de febrero
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, el pasado mes de febrero

Empiezan a saltar por los aires los puentes que unían a las tres izquierdas presentes en el Consejo de Ministros. Hasta ahora, la moqueta, el Boletín Oficial del Estado y los 74.858 euros de nómina anual han unido voluntades y silenciado los desacuerdos. Pero a un año casi de las elecciones generales, y con un brutal conflicto bélico en el patio trasero de Europa, han empezado a saltar las primeras costuras.

El PSOE, Unidas Podemos y Yolanda Díaz son tres movimientos distintos, con un puñadito de puntos en común. Ahora, los tres están empezando a evidenciar sus diferencias, a marcar territorio, para intentar recuperar apoyos, votantes y seguidores. Va a ser un “sálvese quien pueda” que nos vamos a gozar en los próximos meses desde las butacas de la primera fila.

El Partido Socialista ha palpado dramáticamente en sus carnes el lastre que supone haber dejado entrar a comunistas en el Gobierno. Es verdad que a Pedro Sánchez no le quedó otra si quería llegar a La Moncloa, pero el precio es este: no es sólo que ha podido llevar a la ruina económica a un país, tensar hasta el extremo el propio ideario socialdemócrata para pactar con radicales y extremistas o espantar con esos enjuagues al votante de centro, es que ningún país de la Primera División internacional se fía ahora de nuestro Ejecutivo.

Los socialistas son conscientes del daño que les ha supuesto ver, por ejemplo, estos días a Miguel Urbán (fundador de Podemos y Anticapitalista) junto a Sira Regó, Manu Pineda (de Izquierda Unida) y Pernando Barrena (de EH Bildu, el socio del PSOE) no apoyar en el pleno del Parlamento Europeo la declaración a favor de acelerar el proceso de entrada de Ucrania en la UE. Por no hablar del posicionamiento en contra del envío de armas ofensivas contra la invasión ordenada por Putin. De ahí la reacción ordenada a última hora desde Moncloa: cambio de postura y alineamiento sin fisuras, digan lo que digan los morados. Los trackings de Presidencia echaban humo.

Yolanda Díaz también le ha visto las orejas al lobo y está reiterando gestos para distanciarse de Unidas Podemos. A su juicio, esa marca está tocada y hundida. En buena medida, por la radicalización de sus dirigentes. Ella va a poner en marcha una plataforma sin mácula, que defienda una política de ‘izquierda sensata’, contestataria en el fondo pero suave en las formas, que intente conectar con temas actuales: empoderamiento de la mujer, el medio ambiente, la igualdad, los más desfavorecidos… Pero sin radicalismos, ni coletas. Quien aspire a gobernar en estos tiempos –explica Yolanda- tiene que presentarse como un estadista, alguien razonable y juicioso, y no como un ultramontano de la kale borroka. De ahí su posicionamiento a favor del envío de armas a Ucrania y la condena sin matices del invasor Vladimir que tanto ha escocido a Irene Montero y Ione Belarra.

Y en Unidas Podemos, en fin, están con el corazón en un puño. Pablo Iglesias dejó el partido en manos del enemigo, Yolanda Díaz, y ahora constatan cómo la vicepresidenta se va distanciando de ellos paulatinamente. Los está dejando caer. No fueron invitados a la presentación de su proyecto político, hace unas semanas, y no les ofrece información sobre si cuenta con ellos o no para esa plataforma super chuli. Mientras tanto, la marca Podemos sigue cayendo a plomo en popularidad y apoyos como se demostró en la cita electoral de Castilla y León. Allí no perdió la estadista Yolanda, que apenas se dejó ver. Perdió Unidas Podemos.

Más en twitter: @javierfumero

 
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