José Apezarena

Ahora tiemblan en Cataluña

Cataluña no se merecía esto.

Se ha visto conducida (abducida) por un reducido grupo de personajes, entre los que abundan los incapaces, los ingenuos, los ilusos, los inconscientes y los insolventes, junto a unos cuantos malvados, mentirosos y malintencionados, y entre los que no falta algún loco suicida.

La Cataluña sensata y razonable, europeísta y culta, pragmática, históricamente pactista, pacífica, trabajadora y de orden, siempre con los pies en el suelo, se ha visto arrastrada por esos individuos a una situación que ellos mismos nunca pudieron imaginar. Y que hoy por hoy tiene una salida difícil.

Los tales, los locos, inconscientes y suicidas, pensaban que se saldrían con la suya. No imaginaron que sus desvaríos acabarían así.

Creían que iban a doblar el brazo al Estado, y se han topado con la ley, con los tribunales, con jueces y fiscales, y con la perspectiva de la inhabilitación, de acabar en la cárcel y hasta de ver su patrimonio arruinado por la reclamación por los daños causados con sus malversaciones.

Creían que recibirían apoyos desde fuera de España y han comprobado que están solos, absolutamente solos, repudiados y rechazados, sin ningún respaldo solvente. Y con la UE cerrando filas frente el desafío catalán, porque en esa aventura está en juego la propia Europa.

Creían que no se atreverían a enviar a la Guardia Civil y a la Policía Nacional, y se encentran con que ahora hay allí doce mil efectivos estacionados y dispuestos a continuar el tiempo que sea preciso.

Creían que las advertencias de las empresas eran meros faroles, y se han marchado los dos grandes bancos catalanes y están huyendo las grandes compañías, en un doloroso proceso que no ha hecho más que empezar.

Circula profusamente, por cierto, en redes sociales una intervención de Artur Mas en la que, con tono de suficiencia, afirmaba que la amenaza de una deslocalización de los bancos era mentira, que nunca abandonarían Cataluña porque tienen allí su negocio. Ahora que CaixaBank y Sabadell han aprobado la salida, ha caído en la cuenta de que a esos bancos les importa mucho más el negocio que tienen en el resto de España, pero sobre todo el paraguas y la seguridad del Banco Central Europeo.

 

Creían que la autonomía catalana era inamovible, y se hallan a las puertas de la suspensión, por la vía del artículo 155 de la Constitución, ese ley de leyes que, cuando se votó, en Cataluña recibió más apoyos que en el resto de España y que ahora, traicionando su propia palabra y compromiso, incumplen y desobedecen. Así, resulta que pueden perder incluso lo conseguido en estos cuarenta años.

Creían que en el resto de España no habría bemoles para resistir su desafío y están viendo cómo cada día es más intensa y generalizada la movilización. Pretendían imponer la estelada y van a conseguir generalizar la bandera de España.

Creían, en fin, que la aventura, si al final no triunfaba, al menos saldría gratis. Y no va a resultar así. Más bien lo contrario. La huida de las grandes corporaciones económicas e industriales es una amarga prueba. Pero no solo.

Dice ahora Artur Mas que Cataluña no está “preparada” para la independencia. ¡A estas alturas y después de todo lo que han hecho él y sus camaradas!

Visto lo que ha pasado, lo que está pasando y lo que va a pasar, a los inductores, a los principales protagonistas, pero también a muchos otros que les han seguido el juego, les tiemblan las canillas. Y, angustiados, proclaman: ¡Diálogo, diálogo! ¡Negociación! ¡Mediación! ¡Qué venga alguien a ayudarnos a resolver este desastre!

Esos que repetidamente han hecho lo que les daba la gana, saltándose olímpicamente las normas, conculcando leyes, destrozando las reglas democráticas más elementales, despreciando a las minorías, negándose a aceptar autoridad alguna, rompiendo, en fin, la baraja, esos tiemblan y piden ahora árnica. Demandan el diálogo que han despreciado, la negociación que no han respetado.

Un diálogo y una negociación, por cierto, de la que tendrían que ser excluidos precisamente los fautores del actual despropósito, por haber quedado absolutamente deslegitimados. Habrá que buscar otros interlocutores. Que los hay.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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