José Apezarena

Barcelona, fuera

La batalla se ha dado a tope, pero al final no ha sido posible.

El esfuerzo por conseguir que Barcelona se convirtiera en sede de la Agencia Europea del Medicamento ha resultado baldío.

Y hay que decir que se ha peleado de verdad. Desde todas las instancias afectadas e interesadas. Empezando por el propio Gobierno, movilizado en los diversos niveles, políticos, diplomáticos y hasta personales, con esos contactos directos protagonizados por Mariano Rajoy en sus últimos desplazamientos europeos.

La concesión de la sede de la Agencia del Medicamento era, sin duda, una oportunidad para España. Y un buen regalo para Barcelona y Cataluña desde el punto de vista económico, con esos 340 millones de euros de presupuesto, casi un millar de trabajadores (que atienden a más de millar y medio de empresas), y 40.000 técnicos que cada año acuden a plantear consultas o presentar proyectos.

Aunque hay que reconocer también que al Gobierno le venía bien, si se conseguía la adjudicación a Barcelona, poder lanzar un mensaje como el siguiente: en cuanto se ha pacificado la situación de Cataluña, gracias a la aplicación del artículo 155, y las aguas han vuelto a su cauce, las cosas han echado a andar por la vía de la normalidad.

Lo cierto, sin embargo, es que las cosas todavía no han vuelto a su ser. Y que, como todos reconocen, también en Bruselas, el escenario conflictivo de Cataluña ha sido lo que ha echado por tierra las enormes posibilidades que tenía Barcelona, una de las ciudades favoritas por tantos motivos, también técnicos, incluyendo una espectacular sede ya dispuesta.

Tan enorme era el obstáculo, que Barcelona no superó ni siquiera la primera votación. Quedó en quinto lugar, con solamente 13 votos.

Ciertamente, no faltará quien critique que se vincule el independentismo con este fracaso, y diga que se aprovecha cualquier circunstancia para descalificar el proceso. Pero en este caso la realidad cruda es que el descarte de Barcelona se halla directamente relacionado con los acontecimientos de estos últimos meses.

Puigdemont, desde su escondite de Bruselas, le ha echado la culpa al 155. No, Carles, no. Lo ocurrido con la Agencia del Medicamento es otro desastre más que hay que atribuir a la aventura suicida del independentismo, que tú has protagonizado en primera posición. Y, desgraciadamente, no va a ser el último.

 

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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